CEREMONIAS DE LA MISA REZADA
SEGUN EL RITO ROMANO en su FORMA
EXTRAORDINARIA
o MISA TRIDENTINA o “viejo rito”
ÍNDICE
I.
LAS CEREMONIAS DE LA MISA
REZADA
A.
OBJETOS NECESARIOS
B.
PREPARACIÓN Y VESTICIÓN DE LOS ORNAMENTOS
C.
LLEGADA DEL SACERDOTE AL ALTAR
D.
INTROITO
E.
ORACION “COLECTA”
F.
EPÍSTOLA Y EVANGELIO
G.
OFERTORIO
H.
CANON DE LA MISA HASTA
LA CONSAGRACIÓN
I.
CANON DE LA MISA DESPUÉS
DE LA CONSAGRACIÓN
J.
PADRENUESTRO Y COMUNIÓN
K.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
II.
PARTICULARIDADES DE LA MISA DE
REQUIEM
III.
MODO DE SERVIR (AYUDAR) LA
MISA REZADA
* * * * * * * * * * *
I. CEREMONIAS DE LA MISA REZADA
SEGUN EL RITO ROMANO en su FORMA
EXTRAORDINARIA
A)
OBJETOS NECESARIOS
Para celebrar una Misa rezada según el rito romano
extraordinario es necesario primero preparar una serie de objetos en el altar,
en la credencia y en la sacristía:
Sobre el altar:
1
–
Manteles. El altar ha de hallarse
cubierto por tres manteles blancos de lino que cubran toda la superficie y que,
al menos el superior, cuelgue por ambos lados hasta cerca del suelo.
2
–
Crucifijo. En el centro del altar
debe haber un crucifijo, puesto en medio de los candelabros. No basta una cruz
desnuda, sino que debe tener sobre ella la imagen del Crucificado. Debe ser de
tal tamaño y colocado de tal modo que tanto el sacerdote como los fieles puedan
verlo fácilmente.
La pequeña cruz que suele rematar el sagrario no
puede reemplazarlo, en dicho caso ha de colocarse el crucifijo sobre el
sagrario. Normalmente, sin embargo, se ha de colocar sobre la grada del altar
(si la tiene) o directamente sobre el altar, pero siempre en el centro del
mismo (jamás a un lado o al otro). Nada hay prescrito sobre la materia en que
debe estar hecho pero normalmente el crucifijo es de metal y más raramente de
madera.
En realidad la cruz de altar se compone de tres
elementos distintos (unidos normalmente por un largo tornillo puesto en el
interior): la cruz propiamente dicha (con el crucificado), un tallo o vástago
más o menos alto sobre el que se asienta la cruz y un basamento o pie, sobre el
que reposa el conjunto.
3
–
Candelabros. Habitualmente ha de
haber sobre el altar dos, cuatro, o seis candelabros, colocados de manera simétrica
a ambos lados del crucifijo, directamente sobre el altar o sobre la grada si la
hubiera.
Han de ser candelabros individuales pues no está
permitido usar candelabros de brazos, p.ej. un candelabro de tres brazos a cada
lado de la cruz, ni menos aún reemplazarlos por apliques fijados al retablo o
al muro[1] 1.
Normalmente el candelabro de altar consta también
de tres elementos: un basamento o pie que lo sostiene, un tallo o vástago más o
menos alto y un cajillo donde se inserta el cirio (o a veces una punta donde se
lo clava). El cajillo suele llevar en su base un platillo para recoger la cera
derretida.
La altura de los candelabros debe ser proporcionada
a la de la cruz de altar, en concreto: deben llegar aproximadamente a la altura
de la punta de abajo de la cruz, lo que significa que han de ser tan altos como
el tallo sobre el que se asienta la cruz de altar. (Generalmente, si se trata
de un juego completo, el vástago de los candelabros y el de la cruz tienen la
misma forma y el mismo tamaño).
4
–
Cirios. Sobre los candelabros han de
disponerse los cirios. Los cirios que se ponen en el altar han de ser
completamente de cera o de cera en su mayor parte. Se tolera el uso de tubos
que imitan los cirios verdaderos y que contienen uno en su interior. El grosor
y la altura de los cirios es una cuestión estética y dependerá de la altura y
estilo de los candelabros.
Para la
Misa rezada han de encenderse al menos dos cirios sobre el
altar. Para encender los cirios se comienza por el lado de la Epístola , alumbrando
primero el que se encuentra más cerca del [5] crucifijo
y terminando por el más alejado. Después se procede del mismo modo en el lado
del Evangelio. Para apagarlos se comienza en el lado del Evangelio, empezando
por el cirio más alejado de la cruz y terminando por el más próximo. Después se
hace lo mismo del lado de la
Epístola.
5
–
Sacras. Las sacras son unos cuadros,
generalmente artísticamente encuadrados, sobre los que se hallan escritas
ciertas oraciones difíciles de leer en el misal. Aunque la rúbrica sólo exige la de en medio, la costumbre universal es que
sean tres: una que se pone al lado del Evangelio y que contiene el inicio del
Evangelio según san Juan, otra que se pone al lado de la Epístola y que contiene
el salmo Lavabo inter innocentes (a
veces también la bendición del agua) y la tercera, normalmente más grande, que
se pone en el medio y que contiene las palabras de la consagración, el Gloria, el Credo y otras
oraciones.
6
–
Atril. Debe haber sobre el altar un
atril o un cojín para poner el misal sobre él. El atril puede ser de madera o
de metal y se puede recubrir con un velo del color de los ornamentos de la Misa. El cojín puede ser
siembre blanco (o rojo) aunque también puede conformarse al color de los ornamentos.
Antes de empezar la misa el atril (o el cojín) ha
de estar puesto en el extremo del lado de la Epístola (a la derecha
del altar según se lo mira desde la nave). Ha de estar colocado de frente a la nave
de la iglesia (de modo que su límite anterior discurra paralelo al borde anterior
del altar), y no un poco de lado ni oblicuo.
7
–
Misal. Sobre el atril o el cojín ha
de colocarse el Misal, que ha de estar cerrado[2],
con la primera página debajo de manera que el lomo mire hacia la parte exterior
derecha del altar y la abertura hacia el centro del mismo. Es conveniente que
antes de poner el misal sobre el altar se hayan señalado las páginas de la misa
que se vaya a decir, utilizando las cintas que sirven para ello. El Misal puede
cubrirse con una funda de tela del color de los ornamentos del día[3]
[3].
8
-
Otros elementos. Además de los
objetos que venimos de enumerar y que constituyen el ajuar mínimo y obligatorio,
puede adornarse el altar (según la solemnidad) con otros elementos como, p.ej.,
un antipendium o frontal de metal noble o de tela del color de los ornamentos
de la misa, jarrones con flor cortada[4]
o con flores artificiales, relicarios, etc.
Sobre la credencia
(mesita
al costado del altar, con las vinajeras, etc.)
9
-
La credencia es una mesilla de pequeño tamaño que se coloca a la derecha del
altar (según se lo mira desde la nave), es decir, del lado de la Epístola. Se la debe
cubrir con un mantel blanco. Antes de empezar la misa rezada se deberán poner
sobre ella los siguientes objetos:
Las vinajeras, que son dos pequeños
vasos que normalmente han de ser de cristal, aunque se permite el uso de
vinajeras de plata o de oro. Una vinajera debe estar llena de vino y la otra de
agua. Se han de colocar sobre un platillo.
El manutergio, es un lienzo de tela
de color blanco del que se sirve el sacerdote para secarse los dedos después
del lavabo. Se ha de poner plegado
encima de las vinajeras, pero si éstas están provistas de un tapón o de una
tapadera, se pone sobre el platillo de las vinajeras.
Una campanilla. Puede tratarse de una
campanilla o de un carrillón (varias campanitas sujetas por un sólo mango). No
pueden ser reemplazadas por un gong ni por ningún otro instrumento a no ser por
la matraca que se usa en su lugar solamente desde el jueves santo hasta el
sábado santo.
Un platillo de comunión. Si se
ha de distribuir la comunión a los fieles el ministro acompañará al sacerdote
sosteniendo dicho platillo que ha de ser de metal.
Un candelabro pequeño o palmatoria con su cirio
[nota UVA: esto no existe en la
Argentina ]. En España se suele poner sobre el altar
un candelabro encendido desde el momento de la consagración hasta las abluciones.
Si se sigue éste uso, se pondrá el candelabro con la vela apagada sobre la
credencia. Conviene también poner lo necesario para encenderla cuando llegue el
momento.
Un copón. Si durante la Misa se hubiesen de consagrar
partículas para la comunión de los fieles se pondrán éstas dentro de un copón
que es un vaso sagrado fabricado en oro, plata o en otro tipo de metal con tal
que la copa esté dorada interiormente. El copón debe hallarse provisto de una
tapadera, generalmente de forma abombada y coronada por una cruz.
Un pabellón que es un velo de seda
blanca, de forma circular, con el cual debe cubrirse el copón cuando éste
contiene el Stmo. Sacramento.
En la sacristía – Ornamentos sagrados
En la sacristía han de prepararse los ornamentos
sagrados del sacerdote, las vestiduras del acólito y el cáliz con sus
accesorios.
10
-
Los ornamentos sagrados se disponen sobre una mesa conveniente, en el orden siguiente:
La casulla. Ha de
ser del color prescrito para la misa que se va a celebrar.
La estola. Del
mismo color que la casulla, se dispone sobre ella.
El manípulo.
También del color de la casulla. Se coloca sobre la estola.
El cíngulo. Es un cordón
generalmente de hilo o de seda terminado en borlas. Puede ser siempre blanco o
del color de la casulla. Se coloca encima de la estola y el manípulo, con las
borlas hacia la derecha.
El alba. Es una
túnica siempre de color blanco. Puede tener encajes en la parte inferior y en
las bocamangas. Se coloca encima de todo lo anterior.
El amito. Es un
lienzo de tela siempre de color blanco y de forma rectangular. Lleva en sus extremidades
superiores dos cintas largas que suelen ser también blancas, aunque en España algunas
veces las cintas son separables del resto y se conforman al color de la
casulla.
El bonete. Sirve
para que el sacerdote se cubra la cabeza cuando va y cuando viene del altar en
la misa rezada. En España tiene una forma especial, con cuatro puntas rígidas,
en el resto del mundo se usa la forma romana que sólo tiene tres puntas y es
plegable. Para los simples sacerdotes el bonete es de color negro y puede
llevar una borla o no. El bonete se coloca encima del amito.
Es conveniente preparar en la sacristía una tablilla o cartón con las oraciones que el
celebrante dirá al revestirse.
Para el ministro o monaguillo es conveniente tener
una sotana (negra o roja si se trata de un niño) y un sobrepelliz.
11 - El cáliz con todos sus accesorios.
Además de lo anterior, ha de prepararse en la
sacristía el cáliz con todos sus accesorios, a saber:
El cáliz, que
es un vaso sagrado destinado a recibir en él la Sangre de Cristo después de
la consagración. La copa del cáliz debe ser de oro, o de plata (al menos en su
interior). Si es de plata debe estar sobredorada en el interior. El tallo y el pie
pueden ser de otra materia. Hacia la mitad del tallo, el cáliz debe tener un
nudo.
Purificador. Sobre
el cáliz se pone el purificador, dejándolo caer sobre la boca del cáliz y
haciéndolo colgar por ambos lados. El purificador es un lienzo rectangular de
tela blanca que sirve para que el celebrante enjugue el cáliz.
Cucharilla. Sobre
el purificador se pone la cucharilla. El uso de la cucharilla no es de origen
romano. De hecho, las rúbricas no la prevén. Sin embargo la S. C. de ritos autorizó su
uso en los países donde existe. En efecto, la cucharilla es usada en los países
germánicos y en España, aunque de modo diferente [nota UVA: en la
Argentina no]. En España la cucharilla suele estar sujeta
a una cinta que se termina por la otra punta en una borla o en una medalla.
Dicha cinta se coloca sobre el purificador, haciendo colgar la cucharilla por
un lado y la medalla (o la borla) por el otro. En Alemania y en los países germánicos
la cucharilla va sola, por eso se la pone dentro de la copa del cáliz, sobre el
purificador que, a causa de ello, debe ser hundido en el centro, hasta el fondo
de la copa.
La patena. A
continuación se pone la patena sobre la boca del cáliz. La patena es un disco
hecho de oro o al menos de plata. Si es de plata ha de estar sobredorada por la
parte cóncava (sobre la que se pone la hostia).
En el centro de la patena se coloca
una hostia grande. Antes de ponerla en la patena se ha de cuidar
que la hostia no esté quebrada ni manchada y que no tenga los bordes resquebrajados
o con fragmentos.
Palia redonda. La
hostia se cubre con la palia redonda (según la costumbre española) o con la
hijuela (según el uso general). La palia es una pieza de tela blanca, de forma
redonda, mientras que la hijuela es también una pieza de tela blanca pero de
forma cuadrada.
Entrambas pueden ser de dos modos diferentes: o
bien son de simple tela almidonada o bien se componen de dos telas superpuestas
y cosidas entre sí por el borde, como un cojín, que se rellena con un cartón lo
cual las vuelve muy rígidas. En este caso, la parte superior suele adornarse
con bordados, galoncillos etc. Pero la parte inferior (que es la que toca la
hostia) debe siempre ser de tela blanca lisa.
La palia redonda sirve para cubrir la hostia
colocada sobre la patena hasta el ofertorio.
La hijuela sirve
para cubrir el cáliz durante la
Misa , desde el ofertorio hasta la comunión. Si no se usa la
hijuela para cubrir la hostia y la patena (por usarse la palia) se la pondrá
dentro de los corporales.
El velo del cáliz es un
trozo de tela de forma cuadrada y del mismo color de la casulla. Suele llevar
un galón por el borde y una cruz de galón o bordada en el centro o en medio del
lado que cubrirá la parte delantera del cáliz. Con dicho velo ha de cubrirse el
cáliz cuando ya ha sido 8 preparado. Normalmente el velo debe cubrir
el cáliz completamente por sus cuatro costados sin que quede a la vista nada de
él. Pero si, como suele ocurrir, el cáliz es demasiado alto o el velo demasiado
pequeño para cubrirlo por completo, se ha de poner de tal modo que al menos
toda la parte delantera del cáliz quede cubierta, incluso el pie.
Los corporales, son
un lienzo cuadrado de tela blanca de aproximadamente 50 cm . de lado. Es conveniente
que los corporales estén almidonados. Pueden llevar una pequeña cruz bordada
sin relieve para indicar la parte anterior pero ningún otro bordado ni
ornamento está permitido en su superficie. En cambio puede llevar una tira de
encajes por el borde.
Los corporales se han de plegar formando nueve
cuadrados iguales. Para ello se lo pliega primero en tres partes, comenzando
por el lado anterior y poniendo después el lado posterior por encima.
Después se pliega en el otro sentido, formando
tres partes iguales.
Si la hijuela no ha sido empleada para cubrir la
patena debe ponerse dentro de los corporales al plegarlos.
La bolsa de los corporales es una
especie de funda o carpeta cuadrada, hecha de tela del mismo color que la
casulla, forrada y rellena por dentro con un cartón que la vuelve rígida. Suele
llevar un galón en el borde y una cruz en el centro aunque nada de ello es obligatorio.
Los corporales (y eventualmente la hijuela) se introducen dentro de ésta bolsa.
Por último, la bolsa conteniendo los corporales se
coloca horizontalmente encima del cáliz, sobre el velo del mismo. La apertura
de la bolsa debe mirar a la parte de atrás.
* * * * * * * * * * * * *
B) PREPARACIÓN Y VESTICIÓN DE LOS ORNAMENTOS
Preparación espiritual del
celebrante. Ante todo no olvide el sacerdote que el Ritus servandus del Missale Romanum en su forma extraordinaria
comienza exhortando al celebrante a prepararse espiritualmente antes de acceder
al altar tanto con la oración personal como con la recitación del oficio
divino, así como con la recepción del sacramento de penitencia si ello fuere
necesario.
12
-
Llegando a la sacristía para celebrar, lo primero que debe hacer el sacerdote
es asegurarse que las páginas del Misal ha sido bien señaladas para la Misa que vaya a celebrar.
Hecho lo cual puede llevarlo él mismo o dejar que un sacristán lo lleve al
altar.
Después se
lavará las manos, recitando la oración prescrita para ello.
El ritus servandus prevé
que a continuación el sacerdote mismo prepare el cáliz, lo cual es de alabar.
Sin embargo es costumbre admitida universalmente
que el cáliz ya haya sido preparado por el sacristán.
13
-
Así pues, si el cáliz ya estuviese preparado, tras lavarse las manos, el
sacerdote irá directamente a revestirse ante la mesa donde los ornamentos han
sido dispuestos.
Si por faltar una sacristía o ser ésta muy
pequeña, no se pudiesen disponer en ella los ornamentos, se pondrán sobre una
mesa situada en un lugar conveniente, fuera o dentro de la iglesia, pero en principio,
nunca sobre el altar, ya que tomar los ornamentos del altar (ya sea en la
sacristía o en la iglesia) es un privilegio del obispo.
Sin embargo, como puede suceder que el lugar sea
tan exiguo que incluso la colocación de una mesa resulte imposible, pueden en
dicho caso disponerse los ornamentos del sacerdote sobre el altar, pero no
sobre el centro del mismo (como se hace para el obispo) sino en el lado del Evangelio,
es decir al extremo izquierdo del altar según se lo mira de frente.
Notemos también que para revestirse de los
ornamentos sagrados el sacerdote debe hallarse previamente vestido con el
hábito talar (sotana).
14
-
Llegado ante la mesa o ante el lugar donde están los ornamentos, lo primero que
ha de hacer el celebrante es apartar el bonete y ponerlo a un lado de la mesa
(y no sobre el cáliz).
Si lo desea puede luego santiguarse (no está
prescrito). Seguidamente toma el amito por sus extremos superiores (de los que
parten las cintas) con ambas manos, lo besa en el centro (donde debe haber una
cruz) y se lo lleva sobre la cabeza girando la mano derecha sobre la izquierda.
Lo hace reposar un instante sobre la cabeza comenzando a decir la oración Impone, Domine etc. Y prosigue la oración mientras hace
descender el amito sobre los hombros, lo ajusta con ambas manos en torno al
cuello de modo que quede bien oculto el cuello romano de la sotana, y tomando
las cintas, se las cruza por delante del pecho haciendo pasar la derecha sobre
la izquierda. Seguidamente se pasa las cintas hacia atrás, por debajo de los
brazos, las vuelve a traer hacia adelante de manera que le ciñan la cintura y
finalmente se las anuda por delante.
15
-
Después se reviste del alba mientras recita la oración conveniente. Sin
besarla, la tomará con las dos manos y recogiéndola por la parte de atrás sobre
los brazos, pasará primero la cabeza dej4andola caer hasta los pies, metiendo
después los brazos en las mangas, comenzando por la derecha. Tras lo cual se la
ajusta convenientemente al cuello con el fiador[5].
Seguidamente tomará el cíngulo, plegado en dos,
con la punta donde están las borlas en la mano derecha. Diciendo la oración
correspondiente se lo cine a la cintura con la argollita de pasamanería, o si
ésta falta, se lo anuda por delante de manera que las borlas cuelguen ante él
casi hasta el suelo. Acto seguido se acomoda el alba cuidando de que le cuelgue
por todos lados a la misma altura, levantada uno o dos dedos del suelo.
16
-
Toma luego en manípulo, besándolo en la cruz que tiene en medio y, mientras
recita la oración adecuada, se lo pone en el brazo izquierdo entre el codo y la
muñeca. Luego se lo ajusta, pero si para ajustarlo trae un fiador o unas
cintas, lo mejor será que el acólito le ayude a hacerlo.
A continuación, diciendo la oración prevista, toma
la estola con las dos manos, besa la cruz que tiene en medio y se la pone sobre
el cuello dejándola caer por delante desde los hombros. Luego se la cruza sobre
el pecho haciendo pasar la parte derecha sobre la izquierda y la fija de cada
lado con los extremos del cíngulo, de modo que éste ya no cuelgue por delante
sino que las borlas caigan una a cada lado hasta aproximadamente la altura de
las rodillas.
Acto seguido se reviste de la casulla, sin
besarla, mientras recita la oración oportuna.
C ) LLEGADA DEL SACERDOTE AL ALTAR
17
-
Revestido ya el sacerdote de los ornamentos sagrados, toma el bonete con la
derecha y se cubre. Luego toma el cáliz (por el nudo) con la mano izquierda,
pone la derecha extendida sobre la bolsa de los corporales (cuya apertura ha de
mirar hacia el celebrante), y llevándolo a la altura del pecho hace reverencia[6]
a la cruz o imagen que presida la sacristía (sin descubrirse), y con paso grave
y aspecto modesto se dirige al altar, precedido por el ministro.
No ha de llevar sobre el cáliz pañuelo ni anteojos
ni otra cosa alguna. Algunos autores permiten que se lleve sobre el cáliz la
llave del sagrario.
Al salir de la sacristía, si hay a la puerta agua
bendita, puede tomar y santiguarse. Si
la sacristía se encuentra detrás del altar, para ir a él debe salir por la
puerta del lado del Evangelio.
Por privilegio del Papa San Pío V se acostumbra en
algunas iglesias de España llevar el cáliz al altar antes que salga el
sacerdote a decir la Misa
rezada. Dado que el sacerdote quisiera hacer uso de este privilegio irá con las
manos juntas ante el pecho, los dedos unidos y extendidos, formando una cruz
con los pulgares, poniendo el derecho sobre el izquierdo.
18
-
Llegado al altar, estando delante de la ínfima grada se quita el bonete, lo da
al ministro, y hecha la genuflexión al Santísimo o inclinación profunda de
cuerpo a la cruz, sube al altar y pone el cáliz al lado del Evangelio. Acto seguido
toma la bolsa con las dos manos, la pone sobre el altar y sosteniéndola con la
mano izquierda saca de ella (con la derecha) los corporales, que deposita (plegados)
en medio del altar. A continuación, con una mano coloca la bolsa del lado del Evangelio
(poniendo la otra mano extendida sobre el altar), dejándola de pie, apoyada
contra el retablo o contra la grada (si la hubiere).
Acto seguido despliega (con las dos manos) los
corporales de manera que cubran el centro del altar, sobre el ara. (Si, según
se acostumbra en España, la hijuela se encuentra dentro de los corporales, al
desplegar éstos se pondrá la hijuela de plano sobre el altar, hacia el lado de la Epístola , no lejos de los
corporales).
Después el sacerdote coloca sobre los corporales
el cáliz cubierto con el velo tomándolo con la izquierda por el nudo y poniendo
la mano derecha encima de él. El cáliz ha de quedar colocado en el centro de
los corporales, pero a una distancia del borde del altar que no impida besarlo.
Cuide también el sacerdote que el pie del cáliz
quede completamente tapado con la parte anterior del velo. Hecho esto, acercase
al lado de la Epístola
con la manos unidas ante el pecho, abre el misal por la página del introito de la misa del día, pasa de nuevo al medio del
altar (con las manos juntas ante el pecho) y, hecha una inclinación de cabeza a
la cruz, volviéndose sobre su derecha, baja (con las manos juntas) ante la
ínfima grada del altar para comenzar la Misa.
Nota: Cada vez que el celebrante se desplaza de
un lado a otro del altar (sin bajar de él) deberá hacerlo marchando
paralelamente al altar. Por ejemplo, para ir del centro al lado de la Epístola , hará como
sigue:
1° se vuelve por su derecha hasta quedar mirando
al muro del lado Epístola, con el frente del altar a su izquierda, 2° marcha en
línea recta hacia el lado de la
Epístola con el frente del altar siempre a su izquierda, 3°
al llegar al punto deseado (p.ej. ante el Misal) se vuelve por su izquierda y
se pone de cara al retablo.
Los desplazamientos en oblicuo
deben ser evitados, pues restan dignidad al rito. Tampoco se debe
nunca marchar hacia atrás. Si por cualquier motivo el celebrante tiene que
volver sobre sus pasos, que lo haga dándose él mismo la vuelta y no andando de
espaldas.
No están de acuerdo los autores sobre si esta
inclinación ha de ser una inclinación profunda del cuerpo o sólo una inclinación profunda de cabeza.
19
-
Vuelto de cara al altar, hace inclinación profunda de cuerpo a la cruz (o
genuflexión[7]
si estuviese el Santísimo Sacramento o expuesta la reliquia de la Santa Cruz ), y santiguándose
con la mano derecha (extendida la izquierda sobre la cintura), comienza en voz
clara e inteligible: In nomine Patris, etc.[8]
Para santiguarse ha de proceder así: la mano
izquierda se extiende sobre la cintura mientras se eleva la derecha (con los
dedos unidos y extendidos y la palma vuelta hacia sí) hasta tocar con la punta
de los dedos la frente diciendo In nomine Patris,
después la pondrá del mismo modo sobre el pecho diciendo et Filii, a continuación se tocará el hombro izquierdo
diciendo et Spiritus, el derecho diciendo sancti, y juntando inmediatamente la mano derecha con la
izquierda ante el pecho dirá Amén.
20
-
Permaneciendo con las manos juntas ante el pecho[9]
dirá, alternativamente con el acólito (en voz alta), la antífona Introibo ad altare Dei y el salmo Iudica
me[10]. Al Gloria Patri inclina la cabeza y al sicut erat in principio la vuelve a alzar. Al versículo Adjutorium nostrum, etc. se vuelve a santiguar[11]
11.
El Confíteor
ha
de recitarlo con el cuerpo profundamente inclinado, las manos juntas a la
altura del pecho. No olvide que a las palabras vobis
fratres y vos fratres no debe
volverse hacia el ministro pues esta ceremonia se practica sólo en la misa
solemne. Al mea culpa dése tres golpes en el
pecho con la mano derecha, teniendo la izquierda más abajo del pecho. Quedará
profundamente inclinado (las manos unidas ante el pecho) hasta que el ayudante
haya dicho todo el Misereatur tui; pero luego que haya
respondido Amén se enderezará. Acto
seguido el acólito recitará a su vez el Confiteor,
terminado el cual el sacerdote (siempre erguido y con las manos juntas ante el
pecho) dirá Misereatur tui, etc.
Al decir Indulgentiam
etc. el sacerdote se santiguará[12]
12 y luego, medianamente inclinado, proseguirá con las manos juntas ante el
pecho diciendo: Deus tu conversus, etc. concluido
lo cual, extendiendo y juntando las manos[13]13,
dirá con voz clara: Oremus, y continuará en
secreto Aufer a nobis, etc. mientras va subiendo las
gradas del altar lentamente, de modo que al llegar a él concluya ésta oración.
Allí, puesto en medio y algún tanto inclinado, con
las manos juntas apoyadas sobre el borde de la mesa de altar de modo que sólo
los dedos meniques toquen el frontal, y los pulgares formen una cruz puesto el
derecho encima del izquierdo[14]14
proseguirá en secreto: Oramus te, Domine, etc. A las palabras
quorum reliquiae hic sunt,
besará el altar (en el medio del mismo), teniendo las manos extendidas sobre
él, a derecha e izquierda de los corporales, pero fuera de ellos.
D)
INTROITO
21 - En
seguida se alza y pasa al lado de la Epístola , con las manos juntas ante el pecho. Se
coloca ante el misal y lee (en voz alta) el Introito
de
la misa del día. Al comenzar el Introito el
sacerdote se santigua, continuándolo con las manos juntas ante el pecho. Hace
inclinación de cabeza hacia la cruz al Gloria
Patri, y repite el Introito sin volver a santiguarse.
Terminado el Introito regresa (con las manos
juntas ante el pecho) al medio del altar y vuelto hacia la cruz, permaneciendo
con las manos unidas ante el pecho, dice (en voz alta) los Kyries alternando con el ministro.
Si debe recitarse el Gloria, el
sacerdote sin moverse del centro del altar extiende las manos (directamente,
sin apoyarlas primero sobre el altar), las eleva a la altura de los hombros y sin alzar los
ojos dirá (en voz alta): Gloria in excelsis. Al decir Deo junta las manos ante el pecho e inclina la cabeza
hacia la cruz, levantándola luego y continuando el himno con las manos juntas
ante el pecho. Hace inclinación ligera de cabeza cuando pronuncia las
siguientes palabras: «Adoramus te», «gratias agimus tibi», «Iesu Christe» y « suscipe deprecationem nostram». Al «cum Sancto Spiritu» se santigua[15]
15, y dicho « in gloria Dei Patris”, sin volver a unir las
manos después de santiguarse[16]16,
besa el altar (en el medio) teniendo las manos extendidas sobre el altar, a
derecha e izquierda de los corporales, pero fuera de ellos.
Se endereza y, juntando de nuevo las manos ante el
pecho, se vuelve por su derecha de cara a los fieles, con los ojos bajos; y
extendiendo y juntando las manos (las palmas frente a frente y sin que pasen de
los hombros) dice: Dominus vobiscum[17].17 Lo
mejor es separar las manos a la palabra Dominus
y
volverlas a unir al decir vobiscum.
Nota: Si la Misa no tuviese Gloria, tras la recitación alternada de los Kyries, el celebrante separa las manos, las apoya
(separadas) sobre el altar (fuera de los corporales) y lo besa. Acto seguido se
endereza y, juntando de nuevo las manos ante el pecho, se vuelve de cara a los
fieles para decir Dominus vobiscum con los mismos gestos
descritos en el párrafo anterior.
E)
ORACION “COLECTA”
22
-
Una vez respondido et cum spiritu tuo, el sacerdote se vuelve
por su izquierda y se desplaza directamente (con las manos juntas ante el
pecho) hasta donde está el Misal (es decir, al extremo del lado de la Epístola ) y se coloca de
cara a él. Haciendo, entonces, con la cabeza inclinación mediocre hacia la cruz
del altar, extendiendo y juntando las manos al mismo tiempo, dice en voz alta Oremus[18] 18
y prosigue luego la lectura de la oración, con los
dedos unidos y las manos extendidas, aunque separadas de manera que ni su
altura ni su separación exceda la de los hombros y estén las palmas frente a
frente.
Si la oración debe terminar con la conclusión Per Dominum nostrum etc. o Per eundem Dominum nostrum, etc. unirá las manos al
empezar la conclusión, inclinará la cabeza hacia la cruz al pronunciar Iesum Christum, enderezándose después y prosigiendo con las
manos juntas ante el pecho hasta el final de la conclusión. Si en cambio la
oración se termina con la conclusión Qui tecum
o
Qui vivis, no juntará las manos
hasta las palabras in unitate[19]
19
y no hará ninguna inclinación hacia la cruz.
Si en la
Misa se hubiesen de decir varias oraciones sólo ha de decirse
Oremus antes de la primera y de
la segunda oración, y sólo se dice la conclusión de la primera y de la última;
es decir: se reza la primera oración completa (con su introducción y su
conclusión) las demás se recitan unidas, tras una sola introducción y se
terminan bajo una sola conclusión.
Si durante la oración (o en cualquier otra parte
de la Misa )
hubiese de pronunciarse el nombre del Santo de quien se dice la Misa o de quien se hace
conmemoración, o el santo nombre de María, o el del Papa reinante, ha de
hacerse inclinación de cabeza hacia el libro, a no ser que en el altar o en
lugar principal haya una imagen de la
Virgen o del Santo en cuestión, en cuyo caso la inclinación
se haría hacia ella. En cambio, al nombre de Jesús la inclinación se hará
siempre hacia la cruz del altar, incluso durante la lectura de la Epístola.
Esta regla sufre una excepción notable: durante la
lectura del Evangelio todas las inclinaciones se hacen hacia el Misal.
F)
EPISTOLA Y EVANGELIO
23 - A
continuación el sacerdote lee la
Epístola , el Gradual y el Aleluya (o el Tracto) [20] 20 teniendo las manos sobre el Misal o
sobre el atril, como prefiera, pero siempre de tal modo que las manos toquen de
alguna manera el libro.
Después, juntas las manos ante el pecho, pasa al
medio del altar donde, levantando los ojos a la cruz y bajándolos luego dice,
en secreto: Munda cor meum etc. y Iube Domine, etc. [21] 21 con el
cuerpo profundamente inclinado pero sin apoyar las manos en el altar.
Luego se dirige al Misal (que entretanto ha sido
llevado por el ministro hasta el ángulo del lado del Evangelio) y con las manos
juntas ante el pecho, dice en voz alta Dominus
vobiscum. A continuación, mientras dice Sequentia o Initium sancti Evangelii
etc. separa las manos y hace la señal de la cruz con el
pulgar de la mano derecha, primero sobre el libro, al principio del Evangelio[22]22 (con la mano izquierda extendida sobre el libro),
luego (con la mano izquierda extendida bajo el pecho), hace con el pulgar de la
mano derecha el signo de la cruz sobre su frente, boca y pecho,
recitando
al mismo tiempo el resto de la fórmula.
A continuación lee el santo Evangelio, de pie,
vuelto hacia el misal y con las manos juntas ante el pecho hasta el fin. Si
durante la lectura hubiese de pronunciar el nombre de Jesús, el de María o el del
Santo cuya misa se celebra, la inclinación de cabeza la hará hacia el libro.
Concluido el Evangelio levanta un poco el misal con ambas manos[23]23
e inclinándose un poco lo besa donde empieza el texto del Evangelio[24]24,
mientras
dice en voz baja per evangélica dicta, etc. volviendo
en seguida a depositar el misal sobre el atril.
24 - Terminado
esto, acerca (con las dos manos) el atril al ara (en medio del altar), lo más
cerca posible de los corporales, pero no sobre ellos. Acto seguido junta las
manos ante el pecho y pasa al medio del altar.
Si hubiese Credo extiende
y levanta las manos a la altura de los hombros mientras pronuncia (en voz alta)
la palabra Credo y al continuar con las
palabras in unum Deum las juntará inclinando
al mismo tiempo la cabeza hacia la cruz. Acto seguido vuelve a levantar la
cabeza y prosigue la recitación del Credo (siempre en voz alta) con las manos
juntas ante el pecho, teniendo en cuenta que ha de inclinar de nuevo la cabeza
a las palabras Iesum Christum y simul adoratur.
Asimismo, a las palabras Et incarnatus est ha de doblar la rodilla derecha hasta el
suelo poniendo al mismo tiempo las manos sobre el altar, extendidas y separadas
(una a la derecha y otra a la izquierda del ara) y siempre fuera de los
corporales. Permanecerá así hasta et homo
factus est inclusive[25]25.
Al decir Et vitam venturi saeculi se
santigua y directamente (sin juntarlas antes delante del pecho) coloca ambas
manos sobre el altar, extendidas y separadas, una a cada lado del ara (pero siempre
fuera de los corporales), se inclina y besa el altar en el medio. Acto seguido
se incorpora, se vuelve (por su derecha) de cara a los fieles y dice Dominus vobiscum (en voz alta) haciendo las mismas ceremonias que hizo
al final del Gloria.
Nota: Si no hubiese que decir
el Credo, el celebrante
(terminado el Evangelio) acerca con ambas manos el atril (con el misal) a los
corporales, se desplaza (manos juntas ante el pecho) hasta el medio del altar,
allí separa las manos, las extiende (separadas) sobre el altar, a ambos lados
de los corporales pero no sobre éstos, se inclina y besa el altar. Acto seguido
se alza y se vuelve (por su derecha) hacia los fieles. Dice entonces Dominus vobiscum (en voz alta) con las mismas ceremonias descritas
al final del Gloria.
G)
OFERTORIO
25
-
Mientras que el ministro (o los fieles) responden et cum
spiritu tuo el sacerdote se vuelve por su izquierda hacia el
altar (pero sin moverse del centro, quedando de nuevo de cara a la cruz).
Extiende y junta las manos e inclina la cabeza a
la cruz diciendo al mismo tiempo Oremus. A continuación,
con las manos juntas ante el pecho, lee (en voz alta) la antífona
al Ofertorio que corresponda a la misa del día[26]
26.
Cuando ha terminado de leer la antífona (no antes)
descubre el cáliz, tomando el velo con las dos manos. Lo más cómodo es tomarlo
por los dos extremos posteriores. A continuación lo pliega (cuidando de no
dejar el forro a la vista) y lo coloca hacia el lado de la Epístola , al fondo del altar
(cerca del retablo o de la grada) y no muy lejos de los corporales (pero no
sobre ellos) de manera que después sirva de apoyo a la hijuela. También puede
el sacerdote, si lo desea, entregar el velo del cáliz al ministro quien se
encargará de plegarlo y de ponerlo en su sitio sobre el altar.
26
-
A continuación pone la mano izquierda sobre el altar (fuera de los corporales)
y con la derecha toma el cáliz (por el nudo) y lo deposita hacia el lado de la Epístola , fuera de los
corporales.
Acto seguido el sacerdote (teniendo siempre la
izquierda sobre el altar), quita primero con la derecha la palia redonda que
cubre la hostia[27]27
dejándola sobre el altar, cerca del velo del cáliz. A continuación toma con la
misma mano, (entre el pulgar, el índice y el dedo corazón), la patena con la
hostia y la eleva hasta la altura del pecho, hasta donde conduce su mano
izquierda para tomar el otro lado de la patena con la misma disposición de los
dedos pulgar, índice y corazón.
Así sostiene el sacerdote la patena, sobre la
parte central de los corporales a la altura de su pecho, un poco distante del
mismo, sujetándola con los tres primeros dedos de cada mano, los otros dos unidos[28]
[28] por debajo de la patena. Alza entonces el sacerdote los ojos al crucifijo
y, bajándolos en seguida, dirá en voz baja: Suscipe
sancte Pater, etc.
Nota: 1) Si hubiese que
consagrar partículas en un vaso o copón (o varios), después de descubrir el
cáliz y colocarlo fuera de los corporales, pondrá el copón (o los copones)
sobre los corporales tomándolo(s) con la derecha (la izquierda sobre el altar).
Acto seguido lo(s) descubrirá con la derecha, sujetando el pie del copón si
fuese necesario con la izquierda. A continuación proseguirá descubriendo la
patena como ha sido indicado arriba.
2) Fuera de España la patena que contiene la
hostia no se cubre con la palia redonda (que no existe fuera de nuestro país)
sino con la hijuela. Siendo así, las ceremonias del párrafo anterior se realizan
del mismo modo, bastando reemplazar la palabra “palia” por “hijuela”.
27
-
Una vez terminada la oración Suscipe sancte Pater (y no
antes) el sacerdote desciende la patena hasta una altura de aproximadamente
cinco dedos por encima de los corporales, sosteniéndola siempre del mismo modo
(es decir con los tres primeros dedos de cada mano) y traza con ella un signo
de cruz horizontal sobre los mismos corporales.
Después, inclinando la patena por el lado que mira
al fondo del altar, hará deslizarse la hostia sobre el corporal, concretamente
sobre el cuadrado (delimitado por los pliegues) que se sitúa en la parte
central y anterior de los corporales.
A continuación apoya la mano izquierda sobre el
altar[29]
[29] y con la derecha coloca la patena al lado de la Epístola de modo que la
mitad de la misma quede oculta debajo de los corporales.
Si hubiese que consagrar partículas en un vaso o
copón, después de colocar la patena bajo el corporal, el sacerdote cubrirá de
nuevo el copón (o los copones) con la mano derecha, sujetándolos por el pie con
la izquierda si fuese necesario.
28
-
A continuación, guardando siempre la mano izquierda extendida sobre el altar,
el sacerdote oma el cáliz (por el nudo) con la mano derecha y lo desplaza un
poco más hacia el lado de la
Epístola. En seguida, con las manos juntas ante el pecho, el
sacerdote pasa al extremo de la
Epístola (donde al principio de la misa estuvo el misal) y se
vuelve de cara al altar. A continuación toma el cáliz (por el nudo) con la mano
izquierda (la derecha sobre el pecho) y lo acerca hacia sí, depositándolo sobre
el altar, frente a sí.
En caso de que se use cucharilla para el agua
(como es costumbre en España) el sacerdote la toma por la cinta y la deja sobre
el altar. Acto seguido toma el purificador con la mano derecha y con él limpia
el interior de la copa del cáliz sosteniéndolo entre tanto con la mano izquierda
por el nudo o por el exterior de la copa[30]30.
A continuación vuelve a poner el cáliz sobre el altar y toma el purificador por
uno de sus extremos sosteniéndolo entre el dedo pulgar de la mano izquierda y el
nudo del cáliz (o entre el dedo pulgar y los labios de la copa) rodeando con
los demás dedos el nudo o la boca del cáliz y dejando colgar todo el
purificador desde el nudo (o desde la boca del cáliz) hasta abajo, de manera
que cubra en lo posible tanto el nudo como el pie del mismo.
Después toma con su mano derecha la vinajera que
le presenta el ministro y echa el vino dentro del cáliz. Para evitar que haya
gotas que salpiquen es conveniente inclinar un poco el cáliz y verter el vino
haciéndolo deslizarse suavemente por la pared de la copa, enderezándolo de
nuevo una vez que haya terminado. A continuación devuelve la vinajera al
ministro y, conservando la mano izquierda (con el purificador) sobre el nudo (o
sobre la boca) del cáliz, bendice con la mano derecha (haciendo un signo de
cruz) la vinajera del agua que le presenta el ministro, mientras dice (en voz
baja) Deus qui humanae substantiae etc.
A las palabras per
huius aquae et vini mysterium toma con la derecha la vinajera y añade
unas gotas de agua al cáliz, con las mismas precauciones que antes indicamos
para que las gotas no salpiquen. Si el sacerdote (como es usual en España) se
sirve de una cucharilla, tomará con ella el agua de la vinajera (que le
presenta el ministro) y tras echarla en el cáliz limpiará la cucharilla con el purificador
y la dejará sobre el altar, cerca del velo del cáliz.
Tras lo cual, es conveniente (aunque
las rubricas no lo prescriben) que el sacerdote limpie con el purificador las
gotas que hayan podido saltar a las paredes interiores del cáliz (Con el dedo índice
de la mano derecha envuelto en el purificador). Una vez hecho lo cual el
sacerdote, con la mano izquierda, acerca el cáliz (tomándolo por el nudo) a los
corporales y vuelve al centro del altar con las manos juntas ante el pecho y
llevando el purificador entre ellas. Durante todo éste movimiento el sacerdote
continúa a recitar en voz baja la oración Deus
qui humanae substantiae sin olvidar que al pronunciar el nombre Iesus debe hacer una inclinación de cabeza hacia la cruz.
29
-
Llegado ante el medio del altar el sacerdote se vuelve hacia el retablo, coloca
la mano izquierda sobre el altar (fuera de los corporales) y con la mano
derecha deposita el purificador (plegado en dos) sobre la mitad de la patena
que quedó descubierta. Después toma con la mano derecha el cáliz (por el nudo)
y lo eleva hasta delante de su pecho. Al mismo tiempo conduce su mano izquierda
hasta sostener con ella el pie del cáliz. El sacerdote sostiene así el cáliz,
en el aire, de manera que el límite superior de la copa se encuentre a la
altura de sus ojos (no más alto), agarrándolo con la derecha por el nudo y con
la izquierda por el pie. En ésta posición el sacerdote dirá (en voz baja) la
oración Offerimus tibi Domine, etc. manteniendo
los ojos elevados hacia el crucifijo durante toda esta oración.
Cuando haya acabado de decir la oración,
sosteniendo el cáliz de la misma manera, lo desciende hasta una altura de unos
cinco dedos por encima de los corporales y traza con él una cruz horizontal
sobre los corporales, pero sin hacerlo pasar por encima de la hostia, y acto seguido
lo deposita sobre el cuadrado central de los corporales (es decir: detrás de la
hostia). A continuación, tomando la hijuela con la derecha, cubre con ella el
cáliz (teniendo la mano izquierda extendida sobre el altar, fuera de los
corporales, o mejor: sujetando con ella el pie del cáliz 31 ).
30 - En
seguida el celebrante junta las manos e inclinándose medianamente las apoya sobre
el borde del altar (de modo que sólo las puntas de los meniques toquen el
frontal), y dice en voz baja In spiritu humilitatis,
etc.
Cuando termina de recitar esta oración se pone
recto, alza y baja al instante los ojos, mientras que extendiendo, levantando y
juntando las manos ante el pecho, dice (en voz baja): Veni Sanctificator etc. y al pronunciar la palabra bene+dic bendice
el cáliz y la hostia juntamente, trazando sobre ellos un signo de cruz con la
mano derecha, teniendo la izquierda puesta sobre el altar pero fuera de los
corporales.
Hecho el signo de cruz, junta de nuevo las manos
ante el pecho, va al ángulo de la
Epístola donde, vuelto hacia el ministro (y no hacia el
retablo) que le presenta el agua y el manutergio, se lava las manos del
siguiente modo: el ministro derrama un poco de agua sobre las extremidades[31]
de los dedos pulgar e índice de ambas manos del celebrante y éste a
continuación los enjuga con el manutergio que le presenta igualmente el
ministro. Mientras ejecuta esta acción el sacerdote ha de recitar en voz baja
el salmo lavabo inter innocentes etc. Ha de
notarse que ésta ablución ha de realizarse fuera del altar, sosteniendo el
ministro en sus manos la vinajera y el platillo. Una vez enjugados los dedos,
el sacerdote entrega al ministro el manutergio y volviendo a juntar las manos ante
el pecho, se vuelve de cara al retablo para terminar de recitar el salmo
leyéndolo (en voz baja) sobre la sacra. Llegado al Gloria Patri hace inclinación de cabeza hacia la cruz, y al sicut erat in principio etc. se pone derecho y se
desplaza (siempre con las manos juntas) hasta el centro del altar, terminando
de decir la oración.
31
-
Una vez en el medio del altar y vuelto hacia él, levanta los ojos al crucifijo
y volviéndolos a bajar apoya las manos juntas sobre el altar (de modo que sólo
la extremidad de los meniques toquen el frontal) y medianamente inclinado dice
(en voz baja) la oración Suscipe Sancta Trinitas.
Acabada la oración, besa el altar en el medio,
poniendo ambas manos extendidas sobre el altar, una a cada lado de los
corporales (pero fuera de ellos). Acto seguido se endereza juntando las manos
ante el pecho, se vuelve (por su derecha) de cara a los fieles y dice (con los
ojos bajos y con voz media) Orate fratres mientras
extiende y vuelve a unir las manos ante el pecho. El resto: ut meum ac vestrum sacrificium etc. lo continúa en voz baja,
mientras se vuelve hacia el altar (con las manos juntas) por su izquierda, de manera
a realizar una vuelta completa.
Cuando el ministro (o los fieles) hallan
respondido Suscipiat Dominus, etc. el sacerdote
dice (en voz baja) Amén.
32
-
A continuación, y sin decir Oremus,
vuelto hacia el misal con las manos extendidas ante el pecho, lee (en voz baja)
la Secreta ,
juntando las manos al Per Dominum e inclinando la cabeza
hacia la cruz al Iesum Christum. Si la Secreta tiene como
conclusión Qui tecum o Qui vivis juntará las manos a las palabras in unitate y no hará inclinación de cabeza.
Si la misa tiene una sola Secreta, el celebrante
no termina de decir la conclusión, sino que se para al llegar a las palabras Spiritus Sancti Deus (inclusive).
Si la misa tiene varias Secretas el celebrante
recitará la conclusión completa de la primera de ellas (incluso el Amén). A continuación lee las que tenga que añadir
bajo una sola conclusión[32]
[32]. Esta última conclusión no la dirá completa sino tan sólo hasta
las palabras Spiritus Sancti Deus (inclusive).
Habiendo dicho el Spiritus
Sancti Deus de la última Secreta, separa las manos y coloca la
derecha extendida sobre el altar (fuera de los corporales), con la izquierda busca
en el misal la página del Prefacio conveniente, tras lo
cual coloca dicha mano extendida sobre el altar (fuera de los corporales).
Teniendo pues ambas manos apoyadas sobre el altar, a ambos lados de los corporales,
leerá (en voz alta) Per omnia saecula saeculorum y
prosigue así leyendo el resto. Al Sursum corda
eleva
ambas manos a la altura del pecho (las palmas frente a frente). Al Gratias agamus junta las manos ante el pecho, elevando los ojos a
la cruz y al decir Domino Deo nostro inclina la cabeza hacia
la cruz. Luego prosigue la lectura (en voz alta) del Prefacio, teniendo las
manos extendidas ante el pecho.
33
-
Una vez concluido el Prefacio junta las manos ante el pecho (sin apoyarlas
sobre el altar) y se inclina medianamente para recitar el Sanctus que según las rúbricas ha de ser dicho en “voz media”
es decir no en secreto, pero tampoco tan alto como las partes que han de ser dichas
en voz alta o perfectamente audible. Al llegar a Benedictus
se
endereza y se santigua del siguiente modo: la mano izquierda extendida sobre la
cintura, con la extremidad de los dedos de la derecha se toca la frente al
decir Benedictus, el pecho al decir qui venit, el hombro izquierdo al decir in nomine Domini, el hombro derecho al decir Hosanna in excelsis. Terminado el Sanctus el celebrante no vuelve a juntar las manos.32 Siempre en voz baja, con las manos extendidas ante el pecho y sin Oremus.
H)
CANON DE LA MISA HASTA
LA CONSAGRACION
34
-
Concluido el Sanctus el sacerdote pone la
mano derecha sobre el altar (directamente, sin juntarla antes con la izquierda
delante del pecho), y con la izquierda busca en el Misal la página del Canon. A
continuación (sin decir nada) eleva ambas manos hasta la altura de los hombros
al mismo tiempo que levanta sus ojos al cielo, volviendo a bajarlos al instante
mientras vuelve a juntar las manos ante el pecho e inclinándose profundamente
apoya sus manos unidas sobre el borde del altar[33]
[33]. Estando ya profundamente inclinado (y no antes) comienza a decir en voz
baja Te ígitur etc. prosiguiendo siempre en
voz baja durante todo el Canon.
El sacerdote continúa profundamente inclinado y
con las manos juntas sobre el altar hasta las palabras supplices rogamus ac petimus (inclusive) tras las
cuales besa el altar en el medio, poniendo las manos a cada lado de los
corporales pero fuera de ellos. Acto seguido se endereza, junta las manos ante
el pecho y prosigue diciendo uti accepta habeas et
benedicas luego pone la izquierda sobre el altar (fuera de
los corporales) mientras con la derecha traza tres signos de cruz sobre la
hostia y el cáliz juntamente, diciendo: haec+dona, haec+munera, haec sancta+sacrificia. Prosigue con las manos extendidas ante el pecho.
Al una cum Papa nostro N. dirá el
nombre del Pontífice reinante inclinando la cabeza hacia el Misal. Si la Sede Apostólica se
hallare vacante deberá omitir toda la frase.
A las palabras et
Antístite nostro N. dirá el nombre del patriarca, arzobispo u obispo
de la diócesis en la que se celebra la Misa. No ha de nombrarse ningún otro prelado ya
sea cardenal, abad, superior general, o cualquier otra dignidad eclesiástica.
Si la sede diocesana se hallare vacante se omitirá toda la frase. También ha de
omitirse dicha frase cuando se celebra en Roma. Al pronunciar el nombre del
obispo no ha de inclinar la cabeza (a menos que esté presente y asista a la Misa , en cuyo caso se hará
inclinación hacia el libro). Si no sabe o no recuerda el nombre dirá sólo Antístite nostro teniendo intención de rogar por él [34]
[34] .
35
-
Mientras dice Memento Domine famulorum famularumque tuarum N. et
N. eleva ambas manos y las junta a la altura del
pecho o del rostro e inclinando un poco la cabeza permanece un corto rato en dicha
posición, en silencio y recordando aquellos por quienes tiene intención de
orar. Aunque el misal ha conservado las letras N. et
N. el celebrante no tiene obligación de pronunciar
los ombres de aquellos por los que ora, basta que pronuncie hasta tuorum.
Terminado el Memento extiende las manos ante el
pecho y prosigue et omnium circumstantium etc.
Al Communicantes inclinará
la cabeza hacia el Misal[35]
[35] al pronunciar el nombre de Mariae, al
decir Iesu Christi hará inclinación de
cabeza hacia el crucifijo. Y si durante ésta oración se pronunciase el nombre
del santo cuya misa se dice o de quien se hace conmemoración inclinará la
cabeza hacia el misal[36]36.
Al llegar a la conclusión Per eundem Christum etc. junta
las manos ante el pecho, sin inclinar la cabeza[37]
37.
Cuando dice Hanc
igitur, sin separar las manos, las abre dejando los
pulgares cruzados por encima de ellas y las extiende de manera que las palmas
miren hacia abajo (hacia el cáliz y la hostia). Las manos del celebrante han de
quedar pues abiertas y extendidas sobre la oblata (cáliz y hostia) de manera
que los dedos pulgares formen una cruz sobre las manos, poniendo el derecho
sobre el izquierdo, y así ha de mantener las manos durante toda ésta oración.
Al llegar a la conclusión per Christum etc. junta de nuevo las manos
ante el pecho (sin inclinar la cabeza) y prosigue en ésta posición.
Al llegar a Quam
oblationem tu Deus in omnibus quaesumus, apoya la mano izquierda
sobre el altar (fuera de los corporales) y con la derecha traza tres signos de
cruz sobre el cáliz y la hostia juntamente, diciendo: bene+dictam, adscri+ptam, ra+tam, pero
el tercer signo de cruz lo trazará más lentamente prolongándolo no sólo durante
la palabra ratam sino durante lo que
sigue, a saber:
ratam, rationabilem, acceptabilemque facere
digneris, ut nobis entonces traza un signo de cruz solamente sobre la
hostia diciendo Cor+pus y otro
signo de cruz solamente sobre el cáliz diciendo San+guis tras lo cual, uniendo las manos ante el pecho, prosigue
diciendo fiat dilectissimi Filii tui Domini nostri e
inclinando la cabeza hacia la cruz Jesu
Christi.
Nota: Si hubiese de consagrar partículas en un
copón debe descubrirlo en éste momento. Tras lo cual continúa como sigue:
36
-
El celebrante purifica la extremidad de los pulgares y los índices de ambas
manos frotándolos suavemente sobre los extremos anteriores del corporal,
mientras dice (siempre en voz baja) Qui pridie
quam pateretur tomando después la hostia por la parte de abajo,
con el índice y el pulgar de la mano derecha. Para ello apoyará el índice de la
mano izquierda sobre el borde superior de la hostia de manera que ésta se
levante un poquito por la parte inferior, pudiéndola así agarrar cómodamente
con la derecha.
Una vez que tiene la hostia cogida por la parte
inferior con el índice y el pulgar de la derecha, la toma igualmente por abajo
con el índice y el pulgar de la izquierda, manteniendo los demás dedos unidos y
derechos por debajo de la hostia. Prosigue entonces diciendo accepit panem in sanctas ac venerabiles manus suas[38].38 Al
decir et elevatis oculis in caelum levanta
los ojos en alto, pero en seguida los baja e inclina la cabeza diciendo Tibi gratias agens, al decir bene+dixit traza con la mano derecha un signo de cruz sobre
la hostia, teniéndola sujeta con el índice y el pulgar de la izquierda, continuando:
fregit, deditque etc.
En España suele observarse la rúbrica que
prescribe en este momento poner una vela encendida sobre el altar y que ha de
permanecer encendida hasta la sumpción en las misas rezadas. Sin embargo en el
resto del mundo ésta rúbrica ha caído en desuso y la S. C. De Ritos autorizó (9 junio
1899) a omitirla.
37
-
Tras haber dicho manducate ex hoc omnes, el
sacerdote teniendo siempre la hostia entre sus manos, (de la manera que acaba
de ser explicada), se inclina profundamente, apoya los antebrazos sobre el
altar (e incluso los codos si fuese necesario, según su talla y la altura del
altar) y con la cabeza inclinada sobre la hostia que sostiene entre sus manos,
pronuncia sobre ella las palabras de la consagración. Cuide el sacerdote de
pronunciar tan sagradas palabras distinta y reverentemente, con atención y
devoción, sin interrupción ni movimientos de cabeza, en voz baja, sin gritar y
sin suspiros ni aspiraciones forzadas.
Pronunciadas aquellas palabras el sacerdote,
conservando la Hostia
entre sus manos, se apoya con ellas sobre los corporales para enderezarse y
acto seguido hace genuflexión con la rodilla derecha hasta el suelo (con la Hostia siempre entre las
manos y apoyadas éstas sobre los corporales).
Tras levantarse alza la Hostia lentamente y en
línea recta sobre los corporales, siguiéndola con la mirada y tan alto como
cómodamente pueda, por lo menos más alta que su cabeza para que todos puedan
adorarla. Luego la baja de la misma manera y cuando esté cerca de los corporales,
apoya sobre ellos la mano izquierda mientras que con la sola mano derecha
vuelve a colocar la Hostia
donde estaba, haciendo genuflexión de nuevo (con ambas manos apoyadas a cada
lado sobre los corporales).
Nota: En adelante y hasta la ablución de los
dedos, el celebrante tendrá juntos los pulgares e índices de ambas manos, salvo
cuando deba tocar la Hostia[39]
39.
38 - Tras
la segunda genuflexión el sacerdote descubre el cáliz, tomando la hijuela entre
los dedos índice y corazón de la mano derecha, mientras con la mano izquierda
sujeta el pie del cáliz (si había partículas a consagrar en un copón, lo
cubrirá antes de descubrir el cáliz).
Acto seguido se frota unos contra otros los
índices y pulgares de ambas manos sobre la copa del cáliz, mientras dice Simili modo postquam caenatum est. Luego, al decir accipiens et hunc praeclarum calicem toma el cáliz con ambas
manos por el nudo (la derecha por el nudo mismo y la izquierda un poco por
debajo del nudo), lo levanta un poco y en seguida lo vuelve a dejar en su lugar
manteniéndolo agarrado con ambas manos por el nudo. Prosigue inclinando la
cabeza mientras dice item tibi gratias agens, luego
traza un signo de cruz con la mano derecha sobre la copa (conservando el cáliz
agarrado con la izquierda por el nudo) mientras dice bene+dixit.
Después vuelve a poner la mano derecha donde estaba, es decir vuelve a tener el
cáliz agarrado con ambas manos por el nudo, y prosigue diciendo deditque discipulis suis dicens: accípite et bíbite ex eo omnes. Acto
seguido, teniendo cogido con la derecha el cáliz por el nudo, lo levanta un poco
(sin inclinarlo) y con la mano izquierda lo sostiene por el pie: con los tres
últimos dedos por debajo y con el pulgar y el índice unidos por encima del
mismo. A continuación apoya los antebrazos (o los codos) sobre el altar e, inclinada
la cabeza, pronuncia sobre el cáliz las palabras de la consagración, del mismo
modo que fue dicho para la consagración de la Hostia.
Proferidas dichas palabras, el celebrante deposita
el cáliz sobre los corporales y, mientras dice Haec
quotiescumque etc., se endereza y hace genuflexión con la rodilla
derecha hasta el suelo, apoyando ambas manos sobre los corporales, una a cada
lado de la Hostia.
Tras levantarse toma de nuevo el cáliz, con la
mano derecha por el nudo y con la izquierda por el pie y acto seguido lo levanta
del mismo modo que hizo con la
Hostia , siguiéndolo con la mirada[40].40
Una vez que lo ha vuelto a dejar sobre los corporales lo cubre con la hijuela y
hace de nuevo genuflexión.
I)
CANON DE LA MISA DESPUES
DE LA CONSAGRACIÓN
39
-
El celebrante, erguido y con las manos extendidas ante el pecho, prosigue
diciendo (siempre en voz baja) Unde et memores etc. Al
llegar a las palabras de tuis donis ac datis junta
las manos ante el pecho y poniendo la izquierda sobre el altar, pero dentro del
corporal, traza cinco cruces con la mano derecha: tres sobre la Hostia y el cáliz
juntamente, a las palabras Hostiam+puram, Hostiam+sanctam, Hostiam+inmaculatam, una sobre la Hostia sola cuando dice Panem+sanctum vitae eternae y otra
sobre el cáliz solamente diciendo et
Calicem+salutis perpetuae.
Prosigue luego con las manos extendidas ante el
pecho, diciendo Supra quae etc. Y así continúa hasta sanctum sacrificium, inmaculatam Hostiam. Tras
haber dicho lo cual, se inclina profundamente poniendo sus manos juntas sobre
el borde del altar (sólo los meniques tocan el frontal) diciendo entonces: Supplices te rogamus, etc. A las palabras ex hac altaris participatione apoya sus manos de cada lado
de la Hostia ,
sobre los corporales, y besa el altar. Acto seguido se endereza, junta las
manos ante el pecho y prosigue diciendo sacrosanctum
Filii tui, a continuación puesta la mano izquierda sobre
los corporales, hace con la derecha un signo de cruz sobre la Hostia diciendo Cor+pus y otro
sobre el cáliz diciendo et San+guinem sumpserimus. Luego, apoyando la mano izquierda sobre
la cintura (cuidando de no tocar la casulla con el índice y el pulgar) se
santigua con la mano derecha, diciendo omni
benedictioni caelesti et gratia repleamur. Acto seguido junta las
manos ante el pecho mientras dice Per
eundem etc.
Continúa luego diciendo Memento etiam Domine etc. y desde que comienza
éstas palabras extiende, eleva y junta las manos delante del pecho o delante
del rostro, haciéndolo lentamente de modo que el movimiento de las manos se
termine al mismo tiempo que las últimas palabras de ésta oración, a saber: in somno pacis. Queda entonces el sacerdote durante un momento
con las manos juntas ante el pecho (o ante la parte inferior del rostro), la
cabeza inclinada y la mirada fija sobre el Sacramento haciendo mentalmente
conmemoración de los difuntos por quienes debe y quiere orar. Concluida esta
conmemoración prosigue con las manos extendidas ante el pecho IpsisDomine etc. A la conclusión Per
eundem Christum etc. junta las manos e inclina la cabeza[41]41.
40
-
A continuación pone la mano izquierda sobre los corporales y se da un golpe de
pecho con la extremidad de los tres últimos dedos de la mano derecha, cuidando
de no tocar la casulla con el pulgar y el índice, diciendo al mismo tiempo con
voz un poco más alta: Nobis quoque peccatoribus.
Prosigue con las manos extendidas ante el pecho
(de nuevo en voz baja) : famulis tuis etc. Si el nombre del santo
cuya Misa se celebra (o del que se hace conmemoración) figura entre los que se nombran
en éste momento, al nombrarlo hará inclinación de cabeza hacia el Misal (a no
ser que la imagen del Santo presida el altar en cuyo caso se inclinará hacia
ella). Al Per Christum etc. Junta de nuevo las manos
y así prosigue (con las manos juntas) diciendo Per
quem haec omnia Domine semper bona creas, acto seguido reposa la
mano izquierda sobre los corporales y con la derecha traza tres signos de cruz
sobre el cáliz y la Hostia
juntamente, diciendo sancti+ficas, vivi+ficas, bene+dicis et praestas nobis.
41
-
Acto seguido descubre el cáliz (tomando la hijuela con la derecha, la izquierda
sujetando el pie), hace genuflexión (las manos apoyadas sobre los corporales),
toma con la mano derecha la Hostia
por la parte inferior (ayudándose para ello con el índice de la izquierda) y,
teniendo agarrado el nudo del cáliz con la mano izquierda, traza con la Hostia tres signos de cruz
sobre la copa del mismo, moviendo para ello toda la mano y yendo de borde a
borde sin tocarlos ni sobrepasarlos, diciendo al mismo tiempo (en voz baja) Per + ipsum, et cum + ipso et in ip + so .
Luego traza dos signos de cruz, también con la Hostia , entre el cáliz y su
pecho, manteniendo la mano a la misma altura y comenzando a partir del labio
del cáliz más próximo al sacerdote. A la primera cruz dice est tibi Deo Patri + omnipotenti, y a
la segunda in unitate Spiritus + Sancti. En seguida, teniendo la Hostia sobre el cáliz con
la derecha y éste con la izquierda (por el nudo), levanta un poco (unos cinco
dedos) el cáliz y la Hostia
juntamente, diciendo (en voz baja) omnis honor
et gloria y dejando luego el cáliz y la Hostia en su respectivo
lugar purifica sus dedos sobre la copa del cáliz, lo cubre con la hijuela y
hace genuflexión.
J) PADRENUESTRO Y COMUNION
42
-
Puesto de nuevo en pie y teniendo las manos extendidas y apoyadas sobre los
corporales dice el celebrante (en voz alta) Per
omnia saecula saeculorum.
Una vez que el ministro (o los fieles) hayan
respondido Amén el celebrante, juntando
las manos ante el pecho e inclinando la cabeza, dice (en voz alta) Oremus.
Después prosigue (con las manos juntas ante el
pecho y en voz alta) Praeceptis salutaribus moniti etc.
Cuando empieza a recitar el Pater noster extiende las manos ante el pecho y así las mantiene
durante toda la oración, teniendo además los ojos fijos en el Sacramento hasta
el final de la misma. Cuando el ministro (o los fieles) respondan Sed liberanos a malo el celebrante contesta (en voz baja) Amén y puesta la mano izquierda sobre los corporales,
con la derecha (sin separar el índice del pulgar) toma el purificador, tira la
patena de debajo de los corporales y la limpia suavemente con el purificador
(usando para ello sólo la mano derecha, la izquierda permanece sobre los corporales).
Acto seguido deja el purificador sobre el altar, del lado de la Epístola no muy lejos de los
corporales y toma la patena entre el índice y el dedo de en medio,
manteniéndola de canto sobre el altar (fuera de los corporales) con la parte
cóncava mirando hacia los corporales.
Comienza entonces a decir (en voz baja) Líbera nos quaesumus, etc. Cuando llega a las
palabras da propitius pacem se santigua con la
patena del modo siguiente : la mano izquierda la apoya sobre la cintura
(cuidando de no tocarse la casulla con los dedos índice y pulgar), y
sosteniendo la patena con la derecha, se toca con ella la frente diciendo da propitius, el pecho diciendo pacem, el
hombro izquierdo diciendo in diebus, el hombro derecho
diciendo nostris. A continuación besa la
patena en el borde superior (por la parte cóncava) y prosiguiendo en voz baja ut ope misericordiae tuae, etc. desliza la patena por
debajo de la Hostia ,
ayudándose para ello del índice de la mano izquierda[42]42.
43
-
Una vez que terminó de recitar la oración que acompaña la acción precedente, el
celebrante descubre el cáliz, hace genuflexión y toma la Hostia (que ya reposa sobre
la patena) de la siguiente manera: con el índice izquierdo la hace deslizarse
hacia el borde superior de la patena hasta que sobresalga un poco de ésta,
entonces la toma por la parte que sobresale con la mano derecha (entre el
índice y el pulgar), la levanta y la lleva hasta encima del cáliz, donde la
toma también con la mano izquierda (sólo los dedos índice y pulgar).
Sosteniéndola así, con ambas manos sobre la copa del cáliz, la va partiendo por
el medio, en línea recta, mientras dice (en voz baja): Per eundem Dominum nostrum Jesum Christum .
A continuación pone sobre la patena la mitad de la Hostia que tiene entre el
pulgar y el índice de la mano derecha, y rompiendo, también con la mano derecha[43]43,
una partecita de la parte inferior de la otra mitad que le queda en la
izquierda, prosigue (en voz baja) qui
tecum vivit et regnat. Al decir in
unitate Spiritus Sancti Deus pone la mitad que tiene en la izquierda
sobre la patena, al lado de la otra mitad (de manera que se “recomponga” la
forma circular de la Hostia ).
Una vez que ha dejado la mitad izquierda de la Hostia sobre la patena
pondrá la mano izquierda en el nudo del cáliz y, conservando siempre la mano
derecha (que sostiene la partícula consagrada) sobre la boca del cáliz, dirá
(en voz alta) Per omnia saecula saeculorum.
Respondido Amén (por el
ministro o los fieles) el celebrante hará con la partícula que sostiene en la
derecha tres cruces sobre la boca del cáliz, de labio a labio, sin tocarlos ni
sobrepasarlos y moviendo para ello toda la mano (no sólo los dedos), diciendo
al mismo tiempo (en voz alta) Pax + Domini sit sem+per vobis+cum.
Una vez que el ministro (o los fieles) hayan
respondido et cum spiritu tuo el celebrante deja caer dentro
del cáliz la partícula que sostenía sobre él con la mano derecha, diciendo al
mismo tiempo (en voz baja) Haec commixtio etc. Después
se purifica los dedos de ambas manos, frotándose un poco los índices y los
pulgares sobre la copa del cáliz, cubriéndolo a continuación con la hijuela, haciendo
luego genuflexión con la derecha (las manos separadas y apoyadas sobre los
corporales).
44
-
Hecha la genuflexión y tras incorporarse de nuevo, el celebrante junta las
manos ante el pecho (sin apoyarlas sobre el altar) e inclinándose medianamente
comienza a decir (en voz alta) Agnus Dei qui tollis
peccata mundi en éste momento pone la mano izquierda sobre el
corporal y con la[44].
45
-
A continuación el celebrante (que permanece medianamente inclinado) junta las manos
y las apoya sobre el borde del altar. En ésta posición, con los ojos fijos en
el Sacramento, recita (en voz baja) las tres oraciones preparatorias a la
comunión.
Terminadas éstas se pone derecho y a continuación
hace genuflexión (con las manos separadas apoyadas sobre los corporales).
Habiéndose levantado dice (en voz baja) panem
caelestem etc. Dicho lo cual toma reverentemente con la derecha
las dos partes de la Hostia
que estaban sobre la patena, para lo cual con el índice de la izquierda apoyado
en medio de las dos mitades las hará deslizarse hasta el borde superior de la
patena, una vez que sobrepasen dicho borde las tomará por ahí con la derecha
(índice y pulgar), levantándolas de la patena. Entonces las toma juntas por la
parte inferior con la izquierda, manteniéndolas derechas, un poco elevadas por
encima del corporal y conservando la forma redonda de la Hostia.
Tomará entonces la patena con la derecha y la pone
entre el índice y el dedo de en medio de la izquierda, por debajo de la Hostia. Se inclina medianamente
y se da tres golpes de pecho, con la mano derecha, diciendo tres veces (en voz
mediana) Domine non sum dignus y prosiguiendo
cada vez en voz baja ut intres sub tectum etc. Después
de cada golpe de pecho retira la mano derecha pero no la apoya sobre los
corporales.
Habiendo terminado el tercer Domine non sum dignus el celebrante se endereza, toma con la
mano derecha por la parte de arriba la mitad de la Hostia a la que arrancó la
partícula y la pone encima de la otra mitad; a continuación toma por la parte
de abajo, con la mano derecha, las dos mitades reunidas (sin conservar la forma
circular, sino una mitad encima de la otra) y traza con ellas un signo de cruz
ante sí, por encima de la patena (que sostiene con la izquierda y que ha de permanecer
inmóvil) sin salirse de los bordes de ésta, diciendo al mismo tiempo (en voz
baja) Corpus Domini Nostri Jesu Christi etc. sin olvidarse
de inclinar la cabeza al pronunciar Jesu.
A continuación se inclina apoyando los antebrazos
(o los codos) sobre el altar, como para la consagración, y comulga la Hostia , manteniendo siempre
la patena debajo de ésta. Acto seguido deja la patena sobre los corporales, se
incorpora, junta las manos ante la parte inferior del rostro y permanece un
momento[45][45]
en meditación.
46
-
Después de ésta breve pausa el celebrante comienza a recitar (en voz baja) Quid retribuam Domino etc. y al mismo tiempo
descubre el cáliz retirando la hijuela, hace genuflexión, toma la patena con la
mano derecha y si ve que quedan partículas sobre ella las hace caer sobre el
cáliz. A continuación recoge con la patena las partículas que hayan podido
quedar sobre el corporal y en seguida, con las yemas de los dedos pulgar e
índice de la mano derecha, purifica la patena sobre el cáliz y luego los mismos
dedos también sobre el cáliz.
Hecho esto, teniendo siempre juntos el dedo pulgar
y el índice, toma con la izquierda la patena sosteniéndola horizontalmente, con
la derecha toma el cáliz por debajo del nudo y traza con el mismo un signo de
cruz ante sí, mientras dice Sanguis Domini nostri
Jesu Christi etc. sin olvidar de inclinar la cabeza a Jesu. Poniendo entonces la patena debajo del mentón,
comulga (de una sola vez) todo el Sanguis con la partícula que en él había[46]46,
sin echar excesivamente la cabeza hacia atrás y sin aspirar ruidosamente.
Nota: Si debe distribuir la comunión a los fieles:
47
-
Habiendo consumido la Sangre
de Cristo, el celebrante deja la patena y el cáliz sobre los corporales,
cubriendo éste con la hijuela. Acto seguido, con la mano derecha retira la
sacra central y la deposita a plano sobre el altar, del lado de la Epístola. Toma la
llave y abre el sagrario, hace genuflexión, con la derecha saca el copón y lo
coloca sobre los corporales delante del cáliz (donde estuvo la Hostia ). Entorna la puerta
del Sagrario, descubre el copón quitándole el pabellón y la tapa, hace
genuflexión, agarra el copón con la izquierda (pulgar e índice siempre unidos)
mientras con la derecha toma una Hostia pequeña entre el pulgar y el índice,
sosteniéndola por encima del copón. Hecho lo cual se vuelve por su derecha
hacia los fieles y con los ojos fijos en la Hostia dice en voz alta Ecce Agnus Dei etc. A continuación repite tres veces (junto
con los fieles) Domine non sum dignus, etc.
Evidentemente el celebrante no ha de golpearse el pecho sino que mantiene todo
el tiempo la Sagrada
Forma por encima del copón.
Acto seguido, acompañado por el ministro[47]
[47], que sostiene el platillo colocándose a su derecha, se dirige al
comulgatorio donde distribuye la comunión empezando por el lado de la Epístola hasta el del
Evangelio, volviendo a reiterar el mismo recorrido cuantas veces sea necesario
y sin hacer genuflexión ni reverencia al pasar por el centro.
Dando la comunión trazará un signo de cruz con la Hostia sobre el copón (sin
sobrepasar sus límites) mientras dice Corpus
Domini nostri Jesu Christi etc. sin inclinar la cabeza a Jesu. Habiendo terminado de distribuir la comunión,
recibe en la mano derecha el platillo que le entrega el ministro y vuelve
directamente al centro del altar. Deposita el copón sobre los corporales, hace
genuflexión, lo cubre, lo coloca dentro del sagrario, entorna la puerta del
mismo, vuelve a hacer genuflexión, echa la llave y la retira de la cerradura
colocando después la sacra central en su sitio.
Si el copón se hubiese consagrado durante la Misa se hará todo como ha
sido explicado, omitiendo la apertura del Sagrario como es evidente.
Terminada la distribución de la comunión la Misa continúa como de
costumbre, con la purificación.
Si no se distribuye la
comunión:
48
-
Habiendo sumido la
Preciosísima Sangre , el celebrante, sin dejar el centro del
altar, coloca la mano izquierda (que sostiene la patena) sobre los corporales y
con la derecha presenta el cáliz (sosteniéndolo por debajo del nudo y sin
sacarlo fuera de los corporales) al ministro[48]
[48], el cual se acerca hasta el centro del altar y echa un poco de vino dentro
de él. Cuando el ministro haya puesto suficiente cantidad de vino el celebrante
levanta un poco el cáliz para dárselo a entender.
Entretanto el celebrante recita en voz baja Quod ore sumpsimus etc. Es conveniente que, una vez puesto el vino
en el cáliz, el sacerdote lo mueva en forma circular para que el vino, al pasar
por las paredes de la copa, pueda purificar los restos de Sanguis que han
podido quedar adheridos a ellas. Acto seguido, poniendo la patena (que sostiene
con la izquierda) bajo el mentón, se toma el vino del cáliz, luego deposita la
patena sobre los corporales, hacia el lado del Evangelio y el cáliz lo pone en
el medio de ellos.
Seguidamente pone los dedos índice y pulgar de
ambas manos (unidos) sobre la boca del cáliz y agarrándolo por la copa con los
demás dedos, se desplaza hasta el ángulo de la Epístola , deposita el
cáliz sobre el altar y el ministro derrama sobre sus dedos índice y pulgar (
puestos sobre la boca del cáliz) primero un poco de vino y luego un poco de
agua.
Mientras el agua y el vino caen sobre sus dedos el
celebrante los frota suavemente entre sí, diciendo entre tanto (en voz baja) Corpus tuum Domine etc. y prosigue diciendo ésta oración en tanto
que continúa a ejecutar lo que sigue:
49
-
Cuando el ministro a dejado de versar el agua sobre los dedos, toma el
purificador y se lo pone sobre los índices y pulgares de ambas manos, que mantiene
sobre la boca del cáliz. En seguida,
agarrando el cáliz del mismo modo que antes (con los tres últimos dedos de cada
mano agarrando la copa y los demás puestos sobre ella) se desplaza hacia el
centro del altar (sin hacer ninguna reverencia a la cruz).
Una vez allí, deposita el cáliz sobre los
corporales, toma de nuevo el purificador con la derecha y se seca con él las
puntas de los dedos índice y pulgar. A partir de entonces el celebrante ya no conserva
unidos los índices con los pulgares.
Toma acto seguido el purificador con la izquierda
y con la mano derecha toma el cáliz por el nudo. Coloca entonces el purificador
debajo del mentón, dejándolo colgar sobre el dorso de la mano, y consume el
contenido del cáliz. Acto seguido deposita el cáliz sobre los corporales, se enjuga
los labios con el purificador (que sostiene con las dos manos), tras lo cual lo
extiende sobre la copa del cáliz haciéndolo entrar con la mano derecha hasta el
fondo de la copa. Agarra entonces el cáliz con la mano izquierda por el nudo (o
mejor, por el exterior de la copa) y con la mano derecha metida dentro del
cáliz (salvo el dedo pulgar) hace girar el purificador dentro del mismo varias
veces, luego lo saca, le da la vuelta y vuelve a repetir la acción, para que la
copa quede seca. Si fuese necesario puede inclinar el cáliz para enjugarlo
mejor.
50
-
A continuación pone el cáliz fuera del corporal (del lado del Evangelio),
extiende sobre él el purificador, pone sobre el purificador la cinta de la que
cuelga la cucharilla, luego pone encima de todo la patena y sobre ella la palia
redonda[49]49.
Luego pliega los corporales metiendo la hijuela dentro de ellos, haciendo como
sigue:
1° nunca ponga la hijuela en el cuadrado que tocó la Hostia , sino en la doblez o
cuadro del medio de los tres que están hacia el lado de la Epístola.
2° Se dobla el tercio que está hacia el sacerdote
sobre el tercio del medio.
3° Se dobla el tercio que está hacia las sacras
sobre el que estaba hacia el sacerdote.
4° Se dobla sobre el medio la parte en que está la
hijuela, y luego, sobre el todo, la que está hacia la parte del Evangelio.
Una vez plegados los corporales los mete dentro de
la bolsa y pone ésta sobre el altar.
Toma entonces el velo (con las dos manos) y cubre
con él el cáliz, pone la bolsa de los corporales encima y, amarrando el cáliz
por el nudo con la izquierda y poniendo la derecha sobre la bolsa, lo coloca en
medio del altar como al principio de la
Misa , cuidando de que el pie del cáliz quede totalmente
cubierto con la parte delantera del velo.
K)
DESPUES DE LA COMUNIÓN
51
-
El celebrante junta en seguida las manos ante el pecho y se llega al ángulo de la Epístola (entretanto el
ministro ya habrá trasladado allí el atril con el misal). Puesto de cara al
libro y con las manos juntas ante el pecho lee en voz alta la antífona llamada Communio.
Leída ésta, regresa de nuevo al medio
del altar con las manos juntas ante el pecho y habiéndolo besado (las manos
extendidas sobre el altar a ambos lados del cáliz), se endereza, junta de nuevo
las manos ante el pecho y se vuelve por su derecha hacia los fieles. Con los
ojos bajos dice en voz alta Dominus vobiscum extendiendo
y volviendo a juntar las manos. Una vez que ha sido respondido et cum spiritu tuo se desplaza (manos juntas ante el pecho)
de nuevo hasta el Misal. Una vez puesto de cara al Misal, dice en voz alta Oremus (haciendo los mismos gestos que para la colecta)
leyendo a continuación en el Misal la postcommunio
correspondiente,
haciendo los mismos gestos que fueron indicados al principio de la misa para la
colecta. Y si la misa tuviere
varias postcomunio hará lo mismo que fue
indicado para el caso que hubiese que decir varias colectas.
52 - Terminada
la postcommunio el celebrante cierra el
misal con la mano derecha, de manera que la primera página quede debajo, es
decir: con el lomo del libro hacia el exterior y el canto hacia el centro del
altar.
Vuelve de nuevo al medio del altar (con las manos
juntas ante el pecho) lo besa, se incorpora, junta las manos ante el pecho, se
vuelve por su derecha hacia los fieles y dice (en voz alta) Dominus vobiscum extendiendo y juntando las manos.
Una vez respondido et cum
spiritu tuo permanece de cara a los fieles, con las manos juntas
ante el pecho, y dice en voz alta Ite
Missa est. (conservando las manos juntas ante el pecho). Tras
la respuesta Deo gratias el celebrante se vuelve
hacia el altar (por su izquierda) y apoya las manos juntas sobre el borde del
mismo. Con el cuerpo erguido pero con la cabeza profundamente inclinada recita
en voz baja la oración Placeat tibi sancta Trinitas etc.
Terminada la oración coloca las manos
extendidas sobre el altar a ambos lados del cáliz, se inclina y besa el altar
en el medio, se alza de nuevo, eleva los ojos y extiende, eleva y junta las
manos ante el pecho mientras dice en voz alta Benedicat
vos omnipotens Deus (inclinando la cabeza al pronunciar Deus). Se vuelve entonces por su derecha (con las
manos juntas y los ojos bajos) y, de cara a los fieles, puesta la mano
izquierda un poco más abajo del pecho, teniendo la derecha extendida (con el
meñique hacia los fieles) y los dedos juntos, da la bendición trazando con la
derecha un signo de cruz, primero la línea vertical y después la horizontal
(sin sobrepasar la anchura de los hombros) mientras dice en voz alta Pater et Filius et Spiritus Sanctus.
53
-
Concluyendo de dar la vuelta se acerca al lado del Evangelio con las manos
juntas ante el pecho y dice en voz alta Dominus
vobiscum. Acto seguido apoya la mano izquierda sobre el
altar y hace con el pulgar derecho un signo de cruz sobre el altar y luego
sobre la frente la boca y el pecho mientras dice Initium
sancti Evangelii secundum Ioannem (cuando se signa sobre
sí mismo la mano izquierda que tenía sobre el altar pasa a colocarla bajo el
pecho). A continuación lee (sobre la sacra) el principio del Evangelio de San
Juan con las manos juntas ante el pecho, y un poco vuelto hacia el ángulo
interno del altar (es decir, con la misma posición en la que se lee el Evangelio
del día). Al leer el versículo Et Verbum caro factum
est hace genuflexion en la misma dirección, apoyando
las manos (separadas) sobre el altar. Tras lo cual termina de leer el Evangelio
en el mismo sitio y con las manos juntas ante el pecho.
54 - Tras
el último evangelio, si se dicen las oraciones de León XIII, el celebrante hará
así:
Terminado de leer el Evangelio se vuelve por su
derecha y (sin reverencia a la cruz) va directamente a arrodillarse sobre la
ínfima grada del altar, descendiendo las gradas en oblicuo con las manos juntas
ante el pecho. Recita las oraciones prescritas de rodillas, con las manos
juntas ante el pecho. Luego se levanta y sube al medio del altar.
Si no se dicen las oraciones de León XIII, una vez
que ha terminado de leer el último evangelio, el celebrante (con las manos juntas
ante el pecho) se desplaza hasta el medio del altar.
Una vez en el medio del altar (tanto si las
oraciones leoninas han sido dichas como si no) el celebrante toma el cáliz con
la mano izquierda por el nudo, pone la derecha sobre la bolsa, hace una ligera
inclinación de cabeza a la cruz y baja las gradas del altar llevando el cáliz a
la altura del pecho.
Al llegar ante la ínfima grada se vuelve hacia el
altar, hace inclinación profunda de cuerpo a la cruz (o genuflexión con una
sola rodilla sobre el suelo y no sobre la ínfima grada[50]50
si el sagrario está sobre el altar o si la reliquia de la Santa Cruz está
expuesta sobre él). Seguidamente toma con la derecha el bonete que le presenta
el ministro, se cubre con él y vuelve a la sacristía, precedido por el
ministro, del mismo modo en que vino. Si la sacristía se encuentra detrás del
altar deberá volver a ella por la puerta del lado de la Epístola.
55
-
Llegado a la sacristía hace (sin descubrirse) una inclinación (mediana o
profunda) al crucifijo o a la imagen que la presida, deja el cáliz, se quita el
bonete y a continuación se despoja de los ornamentos en orden inverso a aquel
en el que se los puso. Puede besar (aunque no está prescrito) la cruz de la
estola, del manípulo y del amito, como hizo al revestirse.
Después de haberse desvestido de los ornamentos
sagrados, el sacerdote se retira a un lugar conveniente para dar al Señor las
gracias que le son debidas.
* * * * * * * * * * * *
PARTICULARIDADES DE LA MISA DE REQUIEM
La
misa rezada de difuntos llamada también de
Requiem a causa de las palabras con que empieza su introito
comporta una serie de reglas especiales, a saber:
-Al principio de la misa se omite el
salmo Judica me, es decir : después de
decir la antífona Introíbo ad altare Dei y la respuesta
del ministro, el celebrante prosigue diciendo inmediatamente Adjutorium nostrum in nómine Domini y el resto (Confíteor, etc.) como de ordinario.
-Al comenzar a leer el introito no se
santigua sino que apoyando la mano izquierda sobre el altar, con la derecha
traza un signo de cruz sobre el misal. Después del versículo del psalmo no dirá
Gloria Patri etc. sino que repite
directamente el introito: Requiem aeternam etc.
-No se dice el Gloria
in excelsis ni tampoco el Alleluia, sino
que tras la Epístola
se lee el gradual y la prosa o sequencia Dies
irae.
- Antes del Evangelio no dice Jube Domine benedícere, ni Dominus
sit in corde meo etc. Tampoco se besa el texto del Evangelio al final ni
se dice per evangélica dicta etc.
- Al ofertorio no ha de trazar el signo de cruz
sobre la vinajera pero sí debe recitar la oración Deus qui
humanae substantiae etc. y al final del psalmo Lavabo inter innocentes no dice Gloria
Patri etc. ni hace inclinación a la cruz.
- Al Agnus Dei en lugar de miserere
nobis el celebrante dirá dona
eis réquiem, y en lugar de dona
nobis pacem dirá dona
eis réquiem sempiternam. Se omiten los tres golpes de pecho, de manera que
el celebrante recitará todo el Agnus Dei medianamente
inclinado y con las manos juntas ante el pecho, sin apoyarlas sobre el altar.
- Se omite la primera de las oraciones de
preparación a la comunión, es decir: la que empieza por Domine Jesu Christe qui dixisti.
- Al final de la misa en lugar de decir Ite Missa est dirá Requiescant
in pace pero sin volverse de cara a los fieles sino
permaneciendo de cara al altar. Y se responde Amén.
- No se da la bendición final sino que tras haber
dicho la oración Placeat tibi etc. el celebrante besa el
altar e inmediatamente se desplaza al ángulo del Evangelio para leer el inicio
del evangelio de San Juan, como de ordinario.
* * * * * * * * * * * *
MODO
DE SERVIR (AYUDAR) LA MISA
REZADA
En
la sacristía:
1 - Tradicionalmente
el servicio del altar forma parte de las atribuciones proprias del clero, es
decir de aquellos de entre los fieles que se han consagrado de manera pública
al servicio del culto divino. Sin embargo desde hace siglos existe la praxis de confiar también a laicos el ejercicio de ciertas funciones ligadas al servicio del
altar, entre ellas el servicio de la
Misa rezada.
Así
pues pueden servir la Misa ,
ante todo los clérigos (en todos sus grados), pero también los fieles laicos. Ante todo deberá tratarse de
un fiel, es decir un bautizado.
Además debe ser varón, pues sirviendo al altar
realiza una función que es clerical por su misma naturaleza. Por lo demás, el
estado de gracia no es de por sí necesario para ejercer el servicio de misa, a
menos evidentemente, que se desee comulgar.
La persona que sirve la misa es designada con
diferentes términos sinónimos como “acólito”, “ministro”, “monaguillo” u otros.
Normalmente la misa rezada debe ser servida por un
sólo ministro. No obstante se tolera el uso de dos cuando por cualquier motivo
la misa reviste una cierta solemnidad, p. ej. por tratarse de una primera
comunión, o una misa de comunidad en un seminario, etc.
2
– Quien haya de servir una misa, ante todo procure
llegar con tiempo suficiente a la sacristía. Si resulta posible es muy
conveniente que se revista de una sotana y de un sobrepelliz. La sotana ha de
ser negra, pero también puede ser roja, sobre todo si el ministro es de poca
edad. No le está permitido cubrirse con el bonete u aún menos con el solideo.
El uso de una esclavina sobre el sobrepelliz puede tolerarse allí donde sea
costumbre.
Como los detalles tienen su
importancia, si se reviste de sotana cuide que el calzado vaya en consonancia,
evitando en lo posible los zapatos de deporte, los chanclos y en general todo calzado
poco en consonancia con el hábito talar.
En la sacristía compórtese con el respeto debido,
no hable a gritos y evite las charlas inútiles.
Cuide que todo lo necesario esté dispuesto sobre
la credencia y, si puede, eche una mano al sacristán en la preparación del
altar.
3
-
Al comenzar el sacerdote a revestirse póngase a su lado izquierdo, y ayúdele a
revestirse, presentándole los ornamentos y ajustándoselos cuando sea necesario:
El cíngulo se lo entregará por detrás, con ambas
manos, cuidando que caigan las borlas a la derecha. Después ayude al sacerdote
a ajustar bien el alba, de modo que caiga en redondo a la misma altura por
todas partes.
Ajústele con el fiador el manípulo sobre el brazo
izquierdo. Cuide que la cruz de la estola quede en el centro del cuello del
sacerdote. Una vez que el sacerdote ha revestido la casulla dará una última
ojeada para ver si hay algún defecto a corregir, si la casulla está doblada,
etc.
Acto seguido, pasando al lado derecho, entrega el
bonete al sacerdote, besando primero el bonete y después la mano del
celebrante.
Una vez revestido el sacerdote vuelve a ponerse a
su izquierda (un poco atrás). El celebrante tomará el cáliz en sus manos y hará
la reverencia a la imagen que preside la sacristía. El acólito hará la misma
reverencia juntamente con él y, acto seguido, saldrá de la sacristía yendo
delante del sacerdote con paso grave, el cuerpo derecho, los ojos bajos y las
manos juntas delante del pecho.
Algunas
reglas generales
4 – Al
llegar o al partir del altar así como todas las veces que tenga que pasar por
el centro del mismo, el acólito hace siempre genuflexión tanto si el Stmo está
sobre el altar como si no.
Recuerde que, en cambio, el sacerdote celebrante
sólo hará genuflexión cuando el Stmo. esté en el altar. Si el Stmo. no está
presente, el sacerdote hace inclinación pero el acólito siempre genuflexión.
5
-
Salvo en el momento de llegar ante el altar y en el de dejarlo por última vez,
todo el resto del tiempo el monaguillo se situará, de cara al altar, en la
parte contraria a la que ocupe el Misal. Es decir: cuando el Misal está en el
lado de la Epístola ,
el monaguillo se pondrá en el lado del Evangelio y viceversa.
6
-
Al entregar el bonete al sacerdote lo hará besando primero el bonete y luego la
mano del celebrante. En cambio, cuando recibe el bonete de manos del celebrante,
ha de besar primero la mano de Éste y después el bonete.
7 - Cuando
esté de rodillas mantendrá el cuerpo recto (nunca se sentará sobre los
talones), las manos juntas ante el pecho, formando una cruz con los dedos
pulgares de manera que el derecho caiga sobre el izquierdo.
Cómo
servir (AYUDAR) la Misa
8
-
Llegado ante el altar se pasa un poco hacia la derecha, para que el sacerdote
pueda ponerse en el centro. Recibe el bonete que le pasa el celebrante (besando
la mano primero y después el bonete) y hecha genuflexión en el plano (no sobre
la ínfima grada) al mismo tiempo que el celebrante hace la reverencia
conveniente, ayuda a éste a subir las gradas del altar levantándole un poco el
alba por delante. Acto seguido va a dejar el bonete sobre la redencia, o sobre
algún otro lugar conveniente (pero no sobre la mesa del altar), tras lo cual
viene a colocarse ante la ínfima grada, del lado del Evangelio51 (es decir: en
el lado opuesto al Misal lo cual deberá observar todo el resto de la Misa ), pero no en el extremo
de éste, sino más bien cerca del centro aunque dejando éste libre para que lo
ocupe el sacerdote. El cual, una vez dispuesto el cáliz y abierto el Misal, desciende
las gradas y se coloca en el centro, ante la ínfima grada, vuelto hacia el
altar, para comenzar la Misa.
9–- El acólito se pone entonces de rodilla
sobre el suelo (in plano) y no sobre la ínfima
grada, un poquito detrás del celebrante, se santiguará al mismo tiempo que éste
y le responde alternativamente las oraciones al pie del altar. Cuide de no
responder hasta que el celebrante haya terminado de decir su parte, haciéndolo
siempre con pronunciación clara y con el mismo tono de voz que él. una vez que
el sacerdote ha terminado de recitar el Confíteor
el
monaguillo (siempre de rodillas) inclina un poco el cuerpo y se vuelve un poco
hacia el celebrante, diciendo Misereatur tui etc.
A continuación (siempre de rodillas y sin moverse
de su sitio) vuelve el cuerpo de nuevo hacia el altar e inclinándolo
profundamente hacia él recita a su vez el Confíteor. A las
palabras tibi Pater y Te Pater se vuelve un poco hacia el celebrante y se da tres
golpes de pecho al mea culpa. Permanecerá así
inclinado hasta que el sacerdote diga Indulgentiam,
absolutionem etc. a cuyas palabras se endereza (permaneciendo
siempre de rodillas) y se santigua (al mismo tiempo que el sacerdote),
volviéndo a inclinarse un poco desde el Deus tu
conversus etc. hasta el Oremus[51].
10
-
Si hubiese muchas gradas para subir al altar, levantándose, las subirá con el
sacerdote,
alzándole un poco el alba por delante para que no
tropiece con ella; hecho lo cual bajará de nuevo y se arrodillará sobre la
ínfima grada, en el lado del Evangelio.
Si el altar no tiene tantos escalones, el acólito
se limita a levantar un poco la parte delantera del alba del celebrante para
ayudarlo a subir y después se levanta y va a arrodillarse sobre la ínfima grada
en el lado del Evangelio.
Pero
si el altar sólo tiene ante él una tarima (un sólo escalón), tras levantar el
alba el celebrante, el acólito irá a arrodillarse sobre el suelo (in plano) del lado del Evangelio.
En cualquiera de las tres hipótesis el acólito se
pondrá ahora al extremo del lado del Evangelio, es decir, aproximadamente
delante de la sacra que se pone en ése lado y, por supuesto de cara al altar y,
como ya ha sido dicho, de rodillas.
Se santiguará (al mismo tiempo que el celebrante)
al empezar el Introito. Dirá los Kyries alternativamente
con el sacerdote. Puede también decir el Gloria junto
con el celebrante.
Responde Amén a la
oración “colecta”.
11
-
Al final de la Epístola
responde Deo gratias. Cuando el sacerdote
comienza a leer el Alleluya (o l Tracto en cuaresma) el acólito se levanta y, con las
manos juntas ante el pecho, se desplaza hasta el lado de la Epístola haciendo genuflexión
a la cruz al pasar por el medio del altar. Llegado al lado de la Epístola espera a que el
celebrante haya terminado el Alleluya (o lo
que tenga que recitar en su lugar) y cuando el sacerdote pase al medio del
altar para recitar el Munda cor meum, etc. entonces sube el acólito al altar (no por los
escalones de el frente, sino por los de el lado), toma con ambas manos el atril
juntamente con el Misal, baja los escalones (esta vez por los del frente, para
no dar la espalda a la cruz), hace genuflexión sobre la ínfima grada y vuelve a
subir (por el frente) hasta el extremo del lado del Evangelio, donde deposita
el atril poniéndolo un poquito de lado. Acto seguido, (descendiendo al primer
escalón si, por ser la tarima muy corta no tiene sitio) permanece allí, al lado
izquierdo del Misal, hasta que el celebrante comience a leer el Evangelio.
Se persigna entonces, al mismo tiempo que el
sacerdote y, una vez que haya respondido Gloria tibi,
Domine, baja (por el lado) los escalones del altar y,
con las manos juntas ante el pecho, se desplaza al lado de la Epístola (con genuflexión
al pasar por el medio), donde estando de pie y vuelto hacia el misal, escucha
la lectura del santo Evangelio. Terminada ésta responde Laus tibi, Christe y vuelve a arrodillarse de cara al altar.
Si hubiese Credo, puede
recitarlo junto con el celebrante.
12
-
Para el Ofertorio, una vez que el celebrante ha dicho Oremus, se levanta, sube al altar y se pone junto al
sacerdote, a su derecha y de cara al retablo. Recibe el velo del cáliz que el
celebrante le entrega, lo pliega y lo pone sobre el altar, del lado de la Epístola. Acto seguido
baja del altar y va a la credencia, donde toma las vinajeras, una en cada mano
(sin el platillo). Sube de nuevo hasta el lado de la Epístola colocándose no
de cara al retablo, sino en el lateral de la mesa de altar (mirando hacia el
muro del lado del Evangelio). Allí sirve las vinajeras al sacerdote, comenzando
por la del vino (besándola antes de entregarla y después de recibirla). A
continuación hará lo mismo con la vinajera del agua, a no ser que se use la
cucharilla, en cuyo caso acercará la vinajera al cáliz para que el sacerdote
pueda fácilmente tomar el agua con ella.
Cuide de presentar las vinajeras destapadas y de
tal modo que pueda el celebrante cogerlas cómodamente. Una vez servidas las
vinajeras vuelve a llevarlas a la credencia, volviéndolo acto seguido al altar para el lavabo.
Puesto el manutergio sobre el brazo izquierdo
aguarde junto al altar, de pie (en el mismo sitio donde sirvió las vinajeras),
con la vinajera del agua en la mano derecha y el platillo en la izquierda.
En llegando el sacerdote le hará inclinación
mediana y le verterá el agua sobre los dedos poniendo el platillo bajo éstos.
Recogido el manutergio (que le devuelve el celebrante tras haberse enjugado los
dedos) va a la credencia donde deja la vinajera, el platillo y el manutergio.
Toma la campanilla e irá a arrodillarse, de cara al retablo) en el lado opuesto
del Misal, que será ahora el lado de la Epístola (en su extremo, frente a la sacra).
13 - Al Orate fratres contestará
Suscipiat Dominus sacrificium etc. Al Sanctus toca tres veces la campanilla.
Al extender el sacerdote las manos sobre el cáliz
antes de la consagración da un toque de campanilla y (si se sigue el uso hispánico)
va a la credencia, enciende otra vela y la coloca con su palmatoria o candelabro sobre el altar al
lado de la Epístola ,
algo distante del corporal y no la apagará y la llevar’a de nuevo a la
credencia que cuando el sacerdote haya dado la comunión a los fieles (o sumido
el cáliz si no hubiese de distribuir la comunión).
En seguida, llevando la campanilla,
sube hasta el último grado del altar y se arrodilla al borde de la tarima, a la
derecha del celebrante y al alzar el sacerdote la Hostia y el cáliz (pero no
mientras dice las palabras de la consagración) levantará un poco la extremidad
inferior de la casulla con la mano izquierda mientras con la derecha tocará la
campanilla de la manera que se acostumbre en el lugar[52]52.
Terminada la elevación del cáliz vuelve (llevando la campanilla que conservará
con él) a arrodillarse donde antes estaba (es decir: al extremo del lado de la Epístola ).
Al final del Canon, cuando el celebrante hace la
pequeña elevación de la Hostia
y el cáliz, suena la campanilla, y volverá a sonarla (si es costumbre) tres
veces, una cada vez que el sacerdote dice Domine,
non sum dignus antes de comulgar.
14
-
Si se ha de distribuir la comunión a los fieles, una vez que el sacerdote ha
sumido el cáliz, se levanta y va a la credencia donde toma el platillo (y si se
ha alumbrado el candelabro o palmatoria de la consagración, sube al altar y lo
coge). Vuelve a continuación a arrodillarse donde estaba, poniendo la
palmatoria sobre los escalones y sosteniendo el platillo con ambas manos ante
el pecho, con la superficie del mismo vuelta hacia él. Allí responde al Ecce agnus Dei, diciendo tres veces el Domine, non sum dignus etc. (con un golpe de pecho
cada vez).
Si él mismo desea comulgar, sube entonces ante el
borde de la tarima donde se arrodilla, sostiene el platillo debajo de su mentón
con ambas manos y recibe, en la lengua, la sagrada comunión.
Acto seguido se levanta y, llevando el platillo
horizontalmente con la derecha (tomando al pasar la palmatoria con la
izquierda), acompaña al sacerdote hasta el comulgatorio.
Mientras el sacerdote distribuye la comunión, el
acólito estará a su derecha, sosteniendo el platillo debajo del mentón de los
comulgantes y desplazándose al mismo tiempo que el celebrante.
15
-
Terminada la distribución de la comunión (o si ésta no tiene lugar, después que
el sacerdote haya sumido el cáliz) va a la credencia y allí toma las vinajeras
(sin el platillo) y, cuando el celebrante le presente el cáliz, irá hasta el lateral
derecho del altar y verterá vino en él, hasta que el sacerdote le indique
levantando un poco el cáliz. En seguida vuelve al lado de la Epístola y allí verterá
dentro del cáliz primero vino y después agua haciendo que éstos resbalen sobre
los dedos pulgar e índice del sacerdote, para lo cual los echará pausadamente y
sin hacer círculos con la vinajera.
Hecho esto dejará las vinajeras sobre la credencia
y luego trasladará el atril con el Misal del lado del Evangelio hasta el de la Epístola (con genuflexión
al pasar por el medio), poniéndolo de forma que las páginas abiertas miren
hacia la nave del templo. A continuación lleva el velo del cáliz del lado de la Epístola al del Evangelio
(con Genuflexión al pasar por el medio) dejándolo sobre el altar. Luego espera
a que el sacerdote haya terminado de componer el cáliz, en cuyo momento le presenta
la bolsa de los corporales para que el celebrante ponga los corporales dentro
de ellas y, después se la entrega. Acto seguido le pasa también el velo del
cáliz, después de lo cual irá a arrodillarse al extremo del lado del Evangelio
(es decir: el lado opuesto a aquel donde ahora se halla el Misal).
16
-
Después del Ite Missa est responde Deo gratias e inclinando la cabeza (siempre de rodillas)
recibe la bendición. Tras lo cual se levanta, se persigna al mismo tiempo que
el celebrante y después de responder Gloria
tibi, Domine pasa al lado de la Epístola (con genuflexión
al pasar por el medio).
Allí permanece de pie vuelto hacia el sacerdote.
Al versículo et Verbum caro factum est hace genuflexión
(siempre vuelto hacia el sacerdote). Al final del último evangelio responde Deo gratias.
Si se dicen las oraciones de León XIII durante
ellas estará arrodillado sobre el suelo (in
plano) a la derecha del sacerdote.
Terminada la Misa , puesto a la derecha del celebrante, hará
junto con él genuflexion a la cruz del altar, le pasará el bonete (besando
primero el bonete y después la mano del sacerdote) y se volverá a la sacristía
del mismo modo en que vino de ella.
17
-
En la sacristía, tras saludar junto con el sacerdote, la cruz o imagen que la
preside, poniéndose a la izquierda del mismo lo ayuda a desvestirse, tomando
los ornamentos sagrados y colocándolos ordenadamente sobre la mesa o cómoda.
Tras lo cual, tras quitarse las vestiduras
litúrgicas y ayudado a recoger las cosas del altar y la credencia, no deje de
pasar un momento en la iglesia para dar gracias al Señor por todos sus beneficios.
¡DEO GRATIAS! ¡TE DEUM LAUDAMUS!
[1] [1] Los candelabros de brazos y los apliques pueden usarse para la
exposición solemne del Stmo. Sacramento. O para añadir una iluminación
supletoria durante la Misa
(p.ej. en el camarín del retablo, puestos sobre columnillas,etc). Nunca pueden,
sin embargo, reemplazar los candelabros de altar.
[2] El Misal sólo se prepara abierto sobre el
altar si se trata de una misa cantada o de una misa solemne (con diácono y
subdiácono).
[3] Dichas fundas, de uso frecuente en Roma,
suelen ser de seda, adornadas con galones. Son un poco más largas que el libro
y en la parte inferior llevan flecos. Son fáciles de quitar y se sujetan con
cintas o con botones.
[4] En cambio no se deben poner sobre el altar flores ni plantas en sus
macetas. Éstas pueden disponerse eventualmente en otros lugares de la iglesia.
[5] El fiador es una especie de cordoncillo en forma de collar del cual
suspende una borla, que cuelga en su centro. Sus dos extremos se terminan en
una especie de perno, hecho de pasamanería, que se introducen por los ojales de
la prenda sobre la que se ha de usar, de modo que quede colgando de ella. A
continuación, subiendo hasta el tope superior una especie de argollita (también
de pasamanería) que une los dos lados del cordoncillo, se consigue ajustar la
prenda.
El fiador se una para
ajustar las albas, los sobrepellices y los roquetes al cuello. También sirve
para sujetar el manípulo al brazo y para mantener la collareta de la dalmática.
El fiador se fabrica en hilo, en seda o en otros materiales y puede ser siempre
blanco, siempre rojo, o del color de los ornamentos.
El uso del fiador es
propio de España ya que en los demás países suelen usarse cintas, corchetes o
alfileres para ajustar las prendas.
[6] No están de acuerdo los autores sobre si esta inclinación ha de ser una
inclinación profunda del cuerpo o sólo una inclinación profunda de cabeza.
[7] Esta genuflexión debe
hacerse con una sola rodilla sobre la ínfima grada del altar. Recordemos que
sólo se hace la genuflexión directamente sobre el suelo (in
plano) al llegar por primera vez ante el altar y antes de dejarlo por
última vez, al partir hacia la sacristía una vez que la Misa ha terminado.
[8] A partir de éste momento no
hará el sacerdote interrupción ni genuflexión alguna, aunque alcen la Hostia en otros altares,
sino que proseguirá la Misa
sin pararse hasta el final.
[9] Con los dedos unidos y extendidos, formando
una cruz con los pulgares poniéndo el derecho sobre el izquierdo. Lo cual
observará cada vez que halla de poner las manos juntas ante el pecho, salvo
entre la consagración y las abluciones en que mantendrá unidos los dedos índice
y pulgar de ambas manos.
[10] La experiencia muestra que a
veces (sea porque el ministro responde con voz muy baja, sea porque se confunde
o por muchas otras razones) no resulta fácil al celebrante alternar con el
acólito y corre el riesgo de confundirse él mismo. Para evitarlo es
recomendable que el celebrante retenga en su memoria la palabra JEC. Esta palabra
contiene las tres iniciales con que comienzan los versículos que él debe
recitar: Judica
me, Deus etc, Emite lucem tuam etc, Confitebor
tibi in cítara etc.
[11] Con la punta
de los dedos de la mano derecha (la izquierda extendida sobre la cintura) se
tocará la frente al decir Adjutorium, el pecho al decir nostrum, el hombro
izquierdo al decir in nomine, el hombro derecho al decir
Domini. Tras lo cual
vuelve a unir las manos ante el pecho.
[12] Tocará su frente al decir Indulgentiam, el pecho al
decir absolutionem, el hombro
izquierdo al decir et remissionem, el hombro derecho al decir
peccatorum
nostrorum. A continuación junta las manos ante el pecho y prosigue el resto de
la fórmula: tribuat nobis etc.
[14] 14 Lo cual se observa siempre
que se apoyan las manos juntas sobre el altar, salvo durante el canon de la Misa entre la consagración y
las abluciones, cuando el sacerdote ha de mantener unidos el pulgar y el índice
de cada mano.
[15] Se toca la frente al decir cum
Sancto, el pecho al decir Spiritu, el hombro izquierdo al
decir in gloria, el hombro
derecho al decir Dei Patris. Al decir Amén no vuelve a
juntar las manos sino que las pone, separadas, directamente sobre el altar.
[16] 16 No hay que juntar las manos
después de la señal de la cruz que se hace al final del Gloria,
del
Credo y del Sanctus.
[17] 17 Cada vez que el sacerdote
se vuelva hacia los fieles para decir Dominus vobiscum recuerde que no
debe extender las manos tanto que sobrepasen la anchura de los hombros, ni
elevarlas tanto que pasen más alto que éstos. Tampoco debe apoyar la espalda
contra el altar ni inclinar la cabeza hacia los fieles. Las palmas de las manos
han de mantenerse frente a frente durante todo el movimiento.
[19] 19 Para ayudar la memoria
conviene notar que la expresion « in unitate” al evocar la
noción de unidad, recuerda al sacerdote que en ese momento ha de unir sus
manos.
[20] 20 Hay cinco Misas que antes
del Evangelio tienen prosa o secuencia : Pascua de resurrección, Pentecostés, Corpus,
Virgen de los Dolores y la Misa
de Requiem. Se han de
leer con las manos puestas como durante la Epístola y lo que sigue.
[21] 21 Recuerde el sacerdote que ha de decir Iube Domine y no Domine, como dice el diácono
en la Misa Solemne.
[25] 25 Muchos sacerdotes inclinan la cabeza al pronunciar et homo factus est pero las rubricas no dicen nada sobre ésta
inclinación. El hecho de poner la rodilla en tierra es un signo bastante
elocuente de veneración al misterio de la Encarnación sin
necesidad de añadir una inclinación de cabeza.
[26] 26 No se trata de las
oraciones que acompanan al ofertorio, las cuales forman parte del ordinario de
la misa y serán dichas más adelante en voz baja. La antífona que aquí lee el
celebrante es una pieza variable (forma parte del propio) que en los oficios solemnes
es cantada por la schola, pero que en la misa rezada el mismo celebrante lee.
[27] La palia de forma redonda que cubre la hostia sólo se conoce en España.
Las rúbricas del rito romano no la mientan jamás y tan sólo los autores
hispanos hablan de su uso aunque de manera muy somera.
[29] 29 En general : cuando una
mano ejecuta alguna acción, la otra no debe jamás quedar suspendida en el aire
sino que deberá colocarse sobre el altar o sobre el pecho, según el movimiento
de que se trate.
[30] 30 Aunque muchos autores dicen que en éste momento se sostenga el cáliz
por el nudo, nos parece mejor sostenerlo por el exterior de la copa de modo que
el tallo del cáliz no sufra demasiado.
[31] 31 Aunque las rúbricas no lo prescriben, los
autores recomiendan mucho que, por precaución, cada vez que haya que cubrir o
descubrir el cáliz en vez de dejar la mano izquierda sobre el altar se sujete
con los dedos de la misma el pié del cáliz.
[34] 34 Si el celebrante fuera patriarca, arzobispo u obispo en lugar de
dichas palabras dirá et me
indigno servo tuo. Conviene
recordar aquí que San Pío V (Breve Ad hoc nos 17 dic.
1570) estableció que en España se nombrara al Rey durante el canon de la misa
inmediatamente después de nombrar al Papa y al obispo: “In canone quoque Missae post Romani
Pontificis et Praelati nomina Regis mentio (...) fieri debere”.
[35] 35 A menos que una
imagen o pintura de la Virgen
se venere en el altar, en cuyo caso la inclinación se hará hacia ella.
[36] [36] A menos que una imagen o pintura de
dicho santo presida el altar sobre el que se celebra en cuyo caso la
inclinación deberá hacerse hacia ella.
[38] 38 Cuide el celebrante de
mantenerse erguido y no curvado, durante la ejecución de éstos ritos.
[39] 39 Así pues cuando sea
necesario, el celebrante tomará el cáliz y la hijuela entre el pulgar y el índice
unidos, por un lado, y los demás dedos por el otro. Cuando tenga que pasar las
páginas del misal lo hará agarrando la orejuela entre el índice y el corazón.
Cuando tenga que apoyar las manos separadas sobre el altar deberá ponerlas
siempre dentro de los corporales.
Al menos el pie del cáliz debe llegar a la altura de sus ojos de manera
que pueda ver un poco del interior del pie
[40] 40 Debe alzarlo en línea recta sobre los corporales tanto cómo
decorosamente pueda. Al menos el pie del cáliz debe llegar a la altura de sus
ojos de manera que pueda ver un poco del interior del pie.
[41] Es la única vez que las rúbricas exigen una inclinación al nombre de Christus sin que vaya unido a Iesus. Para no olvidar esta inclinación conviene notar
que se trata de la conclusión del Memento de
difuntos y recordar que Cristo, muriendo, inclinó su cabeza.
[42]
42 Por ejemplo : con el índice de la izquierda se
oprime el borde izquierdo de la
Hostia de manera que el borde derecho se levante un poquito.
Entonces se va deslizando la patena por el lado derecho a traves del resquicio
que deja la Hostia
al levantarse; así hasta que la
Hostia quede depositada en el centro de la patena, terminando
de acomodarla
con el índice de la izquierda.
[44] 44 Lo mejor es hacer coincidir el golpe de pecho con la palabra nobis. La mano derecha no ha de reposarse sobre los corporales sino que se
mantiene “en el aire” de manera natural, haciéndola ejecutar los tres golpes
seguidos.
[46] 46 Si la partícula se quedase adherida al
cáliz, el sacerdote la tomará mas tarde con el vino de la purificación.
[47] 47 Si el ministro desea recibir la comunión se la dará a él primero,
estando de rodillas ante el altar y antes de ir al comulgatorio.
[48] 48 Para presentar el cáliz lo desplaza un poquito hacia el lado de la Epístola y si es
necesario (p.ej. debido a la pequeña estatura del monaguillo) lo inclina un
poquito hacia ése mismo lado para que el acólito llegue con más facilidad a
poner el vino dentro. Sin embargo nunca debe sacarlo fuera de los corporales o,
menos aún, presentarlo “en el aire” fuera del altar. Si el monaguillo fuese tan
pequeño que no alcance, tome el celebrante mismo la vinajera y, dejando el
cáliz sobre los corporales, vierta él mismo el vino.
[49] 49 Según la costumbre española. En el resto del mundo lo que se pone
sobre la patena es la hijuela.
[50] 50 Se hace la genuflexión bajando la rodilla hasta el suelo, y no sobre
la ínfima grada, la primera vez que se llega ante el altar y la última vez que
se lo saluda antes de partir hacia la sacristía.
[51] 51 Sin olvidar de hacer genuflexión al pasar por el medio del altar.
Cuide de no hacer las genuflexiones de lado, sino enteramente vuelto hacia el
medio del altar o, más concretamente, hacia la cruz que lo preside.
[52] 52 En algunos sitios se toca un golpe a la primera
genuflexión del sacerdote, un repique durante la elevación y
otro golpe a la segunda
genuflexión. En otros lugares se dan sólo tres toques acompasados durante la
elevación.
También suelen, an
algunas partes, repicar la campanilla durante toda la elevación. De hecho, las
rúbricas dicen
que se ha de sonar la
campanilla pero sin
precisar de qué manera, por lo que la costumbre local será la regla a seguir.
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