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domingo, 8 de septiembre de 2013

ARQUITECTURA MOZÁRABE



ARQUITECTURA MOZÁRABE



Los mozárabes son los cristianos que permanecieron fieles a su fe a pesar de vivir en territorios que habían sido conquistados por el Islam. Las invasiones germánicas supusieron una intrusión, pero esta tuvo un cariz muy diferente ya que, en general, se adaptaron a las bases creadas por el Imperio romano, se convirtieron al cristianismo y las etnias se fundieron rápidamente. Sin embargo, la ocupación islámica derrumbó la unidad política y religiosa y provocó una división dentro de la población cristiana. Algunos preferirían someterse a las presiones, adoptando la lengua, las costumbres y la cultura islámica. Otros no podían vivir como quienes no conocen a Cristo. Pero los que querían mantener su fe estaban obligados a hacerlo en la clandestinidad, como en nuevas catacumbas. A la población cristiana se le garantizaba la vida, pero con una serie de condiciones. Los cristianos no podían acceder a cargos públicos, sufrían confiscaciones de bienes e impuestos especiales, vestían con distintivos y no podían casarse con mujeres islámicas. La fe estaba obligada a encerrarse en un gueto; podía conservarse como conciencia privada, pero el anuncio de Cristo estaba prohibido bajo pena de muerte. Además, eran seductores los privilegios para los súbditos dóciles y respetuosos, por lo que someterse al poder parecía la vía más razonable.
 Los mozárabes constituyeron una minoría marginal de enorme vitalidad. A mediados del siglo VIII, las comunidades más prósperas estaban localizadas en torno a núcleos tan importantes como Córdoba, Sevilla, Mérida o Toledo. Conformaron una comunidad original que supo conservar los rasgos definitorios de su cultura hispano-goda y cristiana sin renunciar a participar en algunos de los caracteres propios de los conquistadores. Entre ellos el arte. Es curioso que, cuando desertaban hacia los reinos cristianos del norte, chocaban por sus costumbres hispanogodas algo arcaizantes (ya que habían detenido su evolución) mezcladas con cierta arabización. Pero a la vez, suponía una riqueza por la recuperación de la cultura visigótica y los contactos con la cultura árabe. En liturgia, por ejemplo, mantenían la gótica isidoriana, mientras que los reinos cristianos seguían la liturgia romana. Estas comunidades habían asimilado e incorporado a su cultura las aportaciones árabes que no iban contra su fe, añadiéndole las influencias de los contactos con los cristianos coptos de Egipto que vivían en condiciones análogas a las suyas. Pero vamos ya a centrarnos en la arquitectura. 
Puede sorprender que la arquitectura característica de este estilo la encontremos en regiones cristianas. La razón estriba en la emigración de mozárabes a los reinos cristianos del norte, especialmente con las persecuciones del emirato. De hecho, serán los templos edificados en zona cristiana los que ofrezcan una unificación estilística diferenciada respecto a la arquitectura asturiana.
Anota sus rasgos generales: en vez de la tradicional planta basilical, muestra una tendencia a la compartimentación rectangular del espacio con aire laberíntico, presentando las puertas en los laterales. Los aposentos laterales se justifican porque de ellos parte la procesión con la que se inicia la misa en el rito mozárabe. La amplia nave iluminada constituye el recinto del culto comunitario. Las naves laterales en penumbra están destinadas a los penitentes. Tienen iconostasios y canceles que acotan la zona del presbiterio, exteriorizando la especial dignidad de los oficiantes. Las cabeceras suelen tener planta rectangular al exterior y por dentro de herradura. Los muros son de mampuesto irregular. Como soporte se emplea la columna (más esbelta que la visigoda) y el pilar compuesto. Se recupera el arco de herradura, con rasgos califales pero soportados sobre capiteles de aire visigodo. Son frecuentes las cubiertas de madera a dos aguas, pero lo más característico es el rico repertorio de bóvedas de cañón, de aristas, y sobre todo la bóveda gallonada que suele cubrir los ábsides. Sobre los aleros del tejado vuelan modillones de piedra.
Te invito ahora a que pasees conmigo por una serie de construcciones destacadas que tienes que conocer si quieres adentrarte en el arte mozárabe. He seleccionado sólo ocho, pero eso nos permitirá entrar en  algunos detalles. ¿Vamos allá?:
He afirmado hace unas líneas que la arquitectura mozárabe se construye en zona cristiana. Sin embargo, la excepción la constituye la iglesia de Bobastro en Ronda (Málaga) ya que se encuentra en territorio islámico. Hay razones históricas muy concretas, la conversión de un jefe musulmán, Omar Ben Hafsún, hijo de muladíes (cristianos conversos al Islam) y su retirada a esta región en el año 899, cuando se convirtió adoptando el nombre de Samuel. Allí mantuvo su fortaleza hasta que Alderramán III la tomó en el 928, poco después de morir Omar, cuyo cadáver, según cuentan las crónicas árabes, fue desenterrado por Abderramán y expuesto públicamente en Córdoba como renegado. Este es el contexto de esta construcción excavada en la roca, con tres naves rematadas en ábsides con arcos de herradura y fechable a primeros del s. X. Si te fijas en su planta, hay una gran similitud con la de San Miguel de la Escalada. Parece que estaba prevista la construcción de una cripta, que quedó inacabada con la ocupación.

 De cronología más discutida es Santa María de Melque (Toledo), que conjuga elementos romanos, bizantinos, visigodos y árabes en su planta de cruz griega con ábside de herradura y transepto. ¿Revisamos algunas de las aportaciones? Recuerda lo visigótico el arco de herradura y el arcosolio, sin embargo hay otros arcos de herradura más pronunciados que ya hablan de estética mozárabe, junto a las extrañas pilastras semicirculares del interior. Los enormes bloques de granito ensamblados en seco recuerdan al romano Acueducto de Segovia, mientras que son muy originales los rebajes circulares de las esquinas. Sus escasos restos decorativos (filigranas de estuco en los arcos torales) muestran influencias de Siria o Jordania. Comprobarás que se trata de un edificio verdaderamente sorprendente.

San Miguel de la Escalada (León) es uno de los mejores exponentes. Allí había un monasterio visigodo ruinoso que fue ocupado por un Abad cordobés con su comunidad. Hacia el año 914 hicieron una gran ampliación, pero sólo quedan restos de la iglesia. Tiene tres naves separadas por arcos de herradura, cubiertas con armadura de madera y tres ábsides de planta en arco califal. La nave central queda cortada por la triple arcada del iconostasio. El elemento más sobresaliente es el bellísimo pórtico de doce arcos enmarcados por un característico alfiz corrido. Atento a su magnifica decoración escultórica en celosías y capiteles en los que predomina la ornamentación vegetal (hojas o palmeras), zoomórfica (aves picoteando racimos) y geométrica (mallas y trenzados). La torre es ya del siglo XI y originalmente tenía tres plantas.


Tengo que mencionar también Santiago de Peñalba (León), con planta de cruz latina con dos capillas en los brazos de la cruz y dos ábsides contrapuestos, un dato muy extraño que sólo encontramos en San Cebrián de Mazote y en el norte de Africa. De hecho, se ha relacionado el doble ábside con la religiosidad norteafricana influida de la herejía de los circunceliones (donatistas). Esta iglesia combina elementos celtas en su decoración (símbolos astrales), visigóticos (arcos de herradura) y árabes (cúpula gallonada que cubre el altar). En los muros del coro hay curiosos grabados cuyo significado no se ha aclarado, puede tratarse de estudios previos a los dibujos en papel (material muy preciado). Como es común en estas iglesias, la espadaña está separada de la nave.
 Santa María de Lebeña (Cantabria) fue realizada hacia el año 924 en piedra arenisca de la zona. Su planta es un rectángulo muy compartimentado con naves separadas por pilares con columnas adosadas (anticipándose al románico) que soportan arcos de herradura mozárabes, apoyados en capiteles corintios con collarino doble de tipo asturiano. Las cubiertas son bóvedas de cañón con diversas alturas y direcciones, que al exterior asientan los aleros en modillones de lóbulos mozárabes, con incisiones de rosáceas o esvásticas.

            San Cebrián de Mazote (Valladolid) es el más impresionante y el de mayores dimensiones. Su origen se debe a una comunidad mozárabe que escapó de Al Andalus, por lo que se trata de una iglesia monasterial del siglo X, de tres naves separadas por arcadas de herradura con transepto dividido en tres zonas. Por su columnata y su iluminación parecería una primitiva basílica cristiana, pero son mozárabes las plantas curvilíneas de los extremos del transepto y la planta con arco califal en los ábsides, así como las bóvedas gallonadas. Al igual que en Peñalba, posee doble ábside contrapuesto en forma de herradura. Sus capiteles presentan una novedosa talla de trépano. Conforma otro de los magníficos ejemplos del eclecticismo característico de este estilo, que supo integrar las diversas influencias artísticas que se habían ido sedimentando en España.

En Castilla, el famoso monasterio de San Millán de la Cogolla (¿sabías que en él habitó el monje y poeta Gonzalo de Berceo?) conserva la iglesia de San Millán de Suso, construida a partir de dos pequeñas salas cuadradas yuxtapuestas, con dos naves paralelas. Es una iglesia de compleja evolución histórica cuyos orígenes se remontan a una celda eremítica, un cenobio visigodo y por fin un monasterio mozárabe consagrado en el 954. La nave principal tiene bóveda de estilo califal y arcos de herradura. En el año 1002 Almanzor incendió el edificio, con lo que se perdieron los estucos, pero será restaurado y ampliado. Su suelo es el típico trabajo mozárabe de cantos rodados grises y ladrillos rojos que forman rosetas y esvásticas, denominado alfombra del portalejo.
Para acabar, mencionar el eremitorio soriano de San Baudelio de Berlanga, quizá ya del siglo XI, que más parece una torre que una Iglesia, con sus muros de mampostería apoyados en sillares, su única nave central, el arco de herradura en la puerta y un interior sorprendente, donde una única y gran columna central de corte islámico proyecta como una palmera sus nervios repartiendo la carga de la cubierta cupuliforme. Una tribuna sostenida por arcadas de herradura sobre columnas, con su propio altar, ocupa la mitad de la nave. Por cierto, no te he mencionado un detalle de importancia. La liturgia mozárabe distinguía muy nítidamente entre el culto comunitario y la piedad privada, de ahí la distinción entre unos espacios colectivos y otros más contemplativos. Como el caso de esta tribuna, que se comunicaba al exterior por una puerta tan alta que sólo se podía acceder colocando una escalera. Por otra parte, sobre el machón central había una habitación secreta que quizá podía servir para guardar los tesoros del templo, habitualmente expuestos a las incursiones de los musulmanes, ya que este eremitorio estaba en tierra fronteriza. 


    LOS ARCOS
LAS PLANTAS
                                        LOS CAPITELES
LOS MODILLONES

ARQUITECTURA MOZÁRABE EN LAS ÁREAS DE REPOBLACIÓN
El arte mozárabe surge en el siglo IX y se extiende a lo largo de casi cien años -como fruto de la tradición visigoda y la influencia del arte musulmán de los Omeyas. Alcanza su momento cumbre en el siglo X, asentándose, sobre todo, en el territorio de las primeras monarquías astur-leonesas. Su principal manifestación la arquitectura religiosa. Algunos mozárabes, tras muchos años de vivir en Al-Ándalus, emigran hacia territorios cristianos bien por algunas persecuciones religiosas que se dieron en épocas de integrismo islámico o bien atraídos por las “CARTAS PUEBLAS” DE REPOBLACIÓN realizadas por algunos reyes cristianos. Esto dará lugar a la dispersión del arte mozárabe.
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“La composición de edificios huye de la sencillez basilical y de los ámbitos diáfanos, buscando algo de misterio, estructuras complicadas, perspectivas breves en que la elevación predomina y que suscitan a cada paso novedades imprevistas; y aún quizá el arte litúrgico por excelencia los cantos polífonos a varias coros, evocarían allí extrañas resonancias, vagando de nave a nave y de bóveda en bóveda sus modulaciones. Las luces oscilantes de coronas y candelabros, los velos de seda y oro, los metales refulgentes, las vestiduras espléndidas, todo provocaría emociones vivísimas en estas iglesias ahora mudas y plebeyamente alhajadas.” Gómez Moreno



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