1. El sabio Salomón, diferenciando las épocas de la vida, determinaba la utilidad de cada acontecimiento y decía: "Hay un tiempo para todo y un momento para cada cosa: un momento para nacer y un momento para morir."1 Yo modificaré un poco la sentencia del sabio y diré, proclamando el anuncio de la salvación: hay un tiempo para morir y un tiempo para comenzar a nacer. ¿Cuál es la razón de este cambio? Salomón disertaba a propósito del nacimiento y de la muerte según la naturaleza corporal, colocó el nacimiento antes que la muerte pues resulta imposible, a quien no ha comenzado por nacer, llegar a aprehender la experiencia de la muerte. Pero yo os hablaré del nuevo nacimiento, el que se produce en el Espíritu, y en virtud de ello coloco la muerte antes que la vida.
En efecto, muriendo para la carne, nacemos al Espíritu, tal como dijo el Señor: "Soy yo quien hará morir y quien hará vivir."2 Muramos entonces, a fin de vivir. Matemos nuestra mentalidad carnal, la que no puede someterse a la ley de Dios, para que nazca poderosa nuestra mentalidad espiritual. La vida y la paz surgirán así naturalmente. Entremos al Sepulcro con Cristo, que murió por nosotros, para resucitar con él, el mensajero de nuestra resurrección.
Hay un tiempo conveniente para cada cosa: un tiempo para el sueño y otro para la vigilia, un tiempo para la guerra y un tiempo para la paz. Sin embargo, el tiempo del bautismo absorbe toda la vida del hombre. Si no es posible al cuerpo vivir sin respirar, mucho menos lo será para el alma subsistir sin conocer a su creador. La ignorancia de Dios es la muerte del alma. Aquel que no ha sido bautizado tampoco ha sido iluminado. Así como sin luz, la vista no puede examinar aquello que le interesa, del mismo modo, el alma no puede contemplar a Dios. Además, todo tiempo es favorable para lograr la salvación por medio del bautismo, ya se trate de la noche o del día, de una hora o de un menor espacio de tiempo, por muy breve que sea. Seguramente, la fecha que se aproxima, es, en mayor medida, la más apropiada. ¿Qué época podría ser, en efecto, más adecuada para el bautismo que el día de Pascua? Pues ese día conmemora la resurrección, y el bautismo es una fuente de energía para lograr la resurrección.
Por esta razón, la Iglesia convoca desde hace mucho tiempo a sus "niños de pecho," en una sublime proclamación, a fin de que aquellos a quienes ella dio a luz en el dolor, colocándolos en el mundo después de haberlos alimentado con la leche de la enseñanza de la catequesis, gusten del alimento sólido de sus dogmas.
Juan predicaba un bautismo de conversión y toda Judea iba hacia él. El Señor proclama un bautismo de adopción y, entre aquellos que esperan en él, ¿quién no lo obedecerá? El bautismo de Juan era la introducción, el de Jesús es la perfección. Aquél constituía una separación del pecado, éste una familiaridad con Dios. La proclamación de Juan era la de un hombre solo que llevaba a todo el mundo hacia la conversión; pero tú, tú estás instruido por los profetas: "Lavaos, sed puros";3 tú has sido advertido por los Salmos: "Avanzad hacia él y seréis iluminados";4 tú escuchas la buena nueva de la boca de los Apóstoles: "Convertios, y que cada uno de vosotros sea bautizado en el nombre del Señor Jesucristo, por la redención de los pecados recibiendo la promesa del Espíritu Santo";5 tú eres ayudado por el mismo Señor, quien dijo: "Venid a mí, todos los que penáis y lloráis bajo vuestra carga, que yo os aliviaré"6 (efectivamente, hoy, toda estas palabras son citadas en la lectura); tú dudas y tú deliberas, ¿acaso las tergiversas? Siendo catequizado desde la más tierna edad, ¿todavía no has aceptado la verdad? Tú que no cesas de estudiar, ¿todavía no has arribado al conocimiento? Tú que tanteas la vida, explorador hasta la vejez, ¿terminarás por convertirte en cristiano? ¿Llegaremos a reconocerte como a uno de los nuestros? El año pasado tú aceptaste la fecha en que ahora estamos, y ahora, nuevamente, tú esperas la próxima. Cuídate de no acabar siendo sorprendido en tren de hacer promesas más largas que tu vida. Tú no sabes lo que sucederá mañana, no prometas aquello que no te pertenece. Hombre, nosotros te llamamos a la vida, ¿por qué huyes de ese llamado para tener tu parte de felicidad? ¿Por qué subestimas ese don? El reino de los cielos está abierto. Aquel que llama no se equivoca; el camino es fácil; no hay necesidad de tiempo, de gastos, ni de trabajo ¿Por qué demoras? ¿Por qué retrocedes? ¿Temes al yugo, como una ternera que no lo conoce? "Él es cómodo, él es ligero,"7no pesa sobre las espaldas, sino que glorifica. El yugo no encadenará tu cuello, pues él busca a aquellos que son atraídos por su libre voluntad. ¿Sabías tú que Efraín fue acusado porque, como una ternera reacia, vagabundeaba sin disciplina, despreciando el yugo de la ley? Somete tu cuello indómito. Ven a uncirte al yugo de Cristo, por temor a que, rechazando el yugo y no viviendo una vida libre, te conviertas en presa fácil para las fieras.
2. "¡Gustad y ved qué bueno es el Señor!"8 La dulzura de la miel, ¿cómo hacerla conocer a aquel que la ignora? "Gustad y ved": el sentido de toda palabra resulta más claro con la experiencia. El judío no teme la circuncisión a causa de esta amenaza: "Todo ser que no sea circuncidado, al octavo día será exterminado del seno de su pueblo." 9 Tú, ¿por qué difieres esta circuncisión, en la que la mano no corta la carne sino que se cumple en el bautismo? Tú, que has escuchado decir al Señor: "En verdad, en verdad, te digo, si no naces del agua y del espíritu, no entrarás en el reino de Dios."10 Por un lado, dolor y herida, por el otro, rocío del alma y remedio para el corazón herido. ¿Tú adoras a aquel que murió por ti? Entonces acepta ser enterrado con él por medio del bautismo. Si no te identificas con él en la semejanza de su muerte, ¿cómo serás asociado a su resurrección? Israel fue bautizado por Moisés en la nube y en el mar,11 él te transmite el modelo y la imagen de la verdad que será develada en el fin de los tiempos; tú huyes del bautismo, no de aquel que se simboliza en el mar, sino de aquel que se cumple en la realidad; no en la nube, sino en el Espíritu; no en Moisés, el compañero de esclavitud, sino en Cristo, tu creador. Si Israel no hubiera atravesado el mar, no habría escapado del Faraón; y tú, si no pasas por el agua, no escaparás de la terrible tiranía del diablo. Israel no habría bebido del manantial espiritual si no hubiera sido bautizado simbólicamente; y no se te dará la verdadera bebida, si no has sido bautizado auténticamente. Israel comió el pan de los ángeles después de su bautismo: ¿cómo comerás tú el pan vivo12 si no has recibido antes el bautismo? Israel, gracias al bautismo, arribó a la tierra prometida; ¿cómo llegarás tú al paraíso si no has sido señalado por el bautismo? 13 ¿Es que no sabes que una espada llameante ha sido colocada para guardar el camino del árbol de la vida, temible y ardiente para los incrédulos, resplandeciente de acceso fácil, para los creyentes? El Señor la ha hecho de manera que, cuando ve a alguien que no está señalado, opone la punta.
3. Elías no fue turbado por el carro de fuego y los caballos ardientes que venían hacia él, sino que, en su deseo de elevarse, fue audaz a pesar de su espanto, subió alegremente en el carro ardiente, él que vivía aún en su carne; 14 y tú, que no necesitas subir a un carro de fuego, sino que te elevas al cielo por el agua y el Espíritu, ¿por qué no acudes al llamado? Elías mostró la fuerza del bautismo sobre el altar de los holocaustos quemando la víctima, no por el fuego, sino por el agua. Ahora bien, por una parte, el fuego combate al agua; por otra parte, cuando simbólicamente el agua fue arrojada tres veces sobre el altar, se convirtió en la fuente del fuego y arrojó una llama como si se tratara de aceite. "Tomad vasijas de agua, dijo él, vertedlas sobre la víctima y sobre la leña y recomenzad, y ellos volvieron a comenzar por tercera vez." 15 Estas palabras muestran que, por el bautismo, el candidato se une a Dios y que una luz pura y celeste brilla en las almas de aquellos que se han comprometido, a causa de su fe en la Trinidad.
Si yo distribuyera oro en la asamblea, tú no me dirías "Volveré mañana y me lo darás," sino que reclamarías tu parte en la distribución y tomarías a mal que te pasara por alto. Sin embargo, cuando el gran dispensador te ofrece, no una materia brillante, sino la pureza del alma, tú imaginas excusas y enumeras motivos, cuando lo necesario es acudir a la distribución. Cosa sorprenden te, tú querrías renovarte sin fundirte, reformarte sin quebrarte, ser cuidado sin sufrir, no tener en cuenta la gracia. Si tú fueras esclavo de algún hombre y se decidiera una liberación, ¿no te presentarías el día dejado, pagando abogados, reclamando ante los jueces, a fin de que se te eligiese para ser liberado? Yo supongo que también aceptarías una última bofetada, el último golpe dado a los esclavos, para ser luego liberado de toda violencia. Ahora bien, tú eres esclavo, no de los hombres, sino del pecado, y mientras el héroe te llama para liberarte de tu cautividad, para tornarte igual en derechos a los ángeles, para hacerte hijo de Dios por adopción por medio de la gracia y heredero de los bienes de Cristo, tú afirmas que no ha llegado aún el tiempo de recibir esos dones.
¡Obstáculos miserables! ¡Vergonzosos e interminables empecinamientos! ¿Hasta cuándo las voluptuosidades? Hemos vivido para el mundo demasiado tiempo, ¡vivamos para nosotros lo que resta! ¿Qué hay que valga tanto como el alma? ¿Qué existe que pueda compararse con el reino de los cielos? ¿Qué consejero más digno de fe que Dios? ¿Quién es más sensato que el hombre sabio o más útil que el hombre bueno? ¿Quién está más familiarizado con el Creador? A Eva, además, no le resultó ventajoso creer en el consejo de la serpiente antes que en el del Señor. ¡Palabras extravagantes! "Yo no tengo el deseo de curarme. No me muestren todavía la luz, no me liguen aún al Rey." ¿Tú no dices tales palabras? Tú las dices todavía más absurdas.
Supongamos que estuvieras inscripto para los impuestos y que fuera anunciada la remisión de las deudas (públicas) para los deudores del Estado. Si se tratara de privarte de ese beneficio, te indignarías y gritarías, porque se te estaría despojando de la parte que te corresponde en el favor común. Y cuando se proclama, no sólo la remisión para el pasado, sino también regalos para el porvenir, caes en la equivocación, mientras consideras haber tomado una decisión correcta y realizado una combinación ventajosa para ti, cuando en realidad permaneces con tus deudas al no aceptar el perdón. Sin embargo, sabes que, incluso el deudor de diez mil talentos, hubiera obtenido la remisión si no hubiera renovado su exacción en crueldad hacia su compañero. 16 Nos será necesario no experimentar el mismo sentimiento cuando obtengamos la gracia, para que el don no se aleje de nosotros.
4. Entra en el secreto de tu alma, excita el recuerdo de tus acciones. Si tus faltas son numerosas no te dejes descorazonar por su cantidad, "pues allí donde el pecado abundó, la gracia será aún más abundante," 17 "pues a aquel que mucho amó, mucho le será perdonado para que ame más profundamente." Si por el contrario, tus pecados son pequeños y ligeros y no te empujan a la muerte, ¿por qué te inquietas por el porvenir, tú que no has vivido el tiempo pasado en la bajeza, antes de haber sido instruido en la ley? Ahora tu alma se siente como sobre una balanza, tirada hacia un lado por los ángeles, hacia otro por los demonios. ¿A quién otorgarás el impulso de tu corazón? ¿Quién vencerá en ti? ¿El placer de la carne o la santificación del alma, el goce de los bienes del presente o el deseo de aquellos del porvenir? ¿Te recibirán los ángeles, o aquellos que te tienen continuarán poseyéndote?
Sobre la línea de batalla, los generales dan la contraseña a sus subordinados a fin de que los amigos se llamen fácilmente unos a otros y para que, en contacto con el enemigo, si llegaran a mezclarse durante el combate, puedan separarse con facilidad. Nadie sabrá si tú eres de los nuestros o perteneces a los adversarios si no pruebas tu pertenencia por signos "espirituales," si la luz del rostro del Señor no te ha marcado con su señal.18 ¿Cómo actuará el ángel frente a ti, cómo te arrancará de las manos de tus enemigos si no reconoce el sello? ¿Cómo podrás decir: "Yo soy de Dios," si no puedes exhibir los signos de reconocimiento? ¿Ignoras acaso que el exterminador evitaba las casas señaladas con el signo, pero masacraba al primogénito en aquellas que no estaban señaladas? Los ladrones saquean fácilmente un tesoro no sellado, no existe ningún riesgo en proyectar un golpe malvado sobre el pequeño ganado no marcado.
5. ¿Eres joven? Previene tu juventud mediante el freno del bautismo. ¿Ha pasado ya la fuerza de la edad? No derroches tus provisiones, no gastes tus recursos, no creas que la undécima hora semeja a la primera. Conviene en ese momento de la vida tener a la muerte ante los ojos. Si un médico te prometiera rejuvenecerte, librándote de la vejez por sus cuidados y artificios, ¿no desearías encontrarlo hoy mismo para que te vuelva a conducir a la fuerza de la edad? El bautismo te promete hacer reflorecer tu alma, que tú has arruinado, arrugado y ensuciado con tus iniquidades, ¡tú desprecias a tu bienhechor y no acudes a su promesa! ¿No deseas contemplar el gran prodigio de la promesa? ¿Cómo puede el hombre renacer sin madre, cómo es que aquel que ha envejecido, corrompido por sus deseos engañosos, resulta nuevamente vitalizado, rejuvenecido y vuelto a la auténtica flor de la juventud? El bautismo es el rescate de los cautivos, el perdón de las deudas, la muerte del pecado, la regeneración del alma, la vestimenta resplandeciente, el vehículo para el cielo, la garantía del reino, la gracia de la adopción. Desdichado, ¿estimas preferible el placer a tantos y tan grandes bienes?
Yo comprendo muy bien por qué te demoras tanto. Aunque te protejas con palabras, las cosas gritan por sí mismas aunque tú guardes silencio. "Déjame hacer, abusaré de la carne, en un goce vergonzoso quiero rodar en el barro de los placeres, me ensangrentaré las manos, robaré el bien de otro, utilizaré engaños, perjuraré, mentiré, y un día, cuando haya cesado en mis acciones malvadas, entonces, recibiré el bautismo." Si el pecado es realmente un bien, conservémoslo hasta el final, pero él perjudica a quien lo comete, ¿por qué continuar acercándonos a la ruina? Si alguien no desea vomitar bilis, no busca hacerla más abundante con un régimen defectuoso e intemperante, sino que procura limpiar su cuerpo de lo que le resulta nocivo en vez de agravar su enfermedad. Resulta claro que el navio soporta el peso de su carga hasta un determinado límite, pues un excedente lo hundirá. Cuídate, tú también, de que no te suceda algo similar y que, después de haber cometido más faltas de las que se te perdonan, sufras el naufragio ante el puerto al que esperas arribar. ¿Acaso Dios no ve lo que pasa o no conoce lo que piensas? ¿O es que él favorece tus impiedades? El dijo: ¿Es que piensas que yo soy como tú? 19
Cuando buscas la amistad de un hombre, lo atraes hacia ti por tu benevolencia, dices y haces lo que piensas que le será agradable. Cuando buscas convertirte en familiar de Dios, cuando esperas ser admitido como su hijo, si cometes actos de enemistad a su respecto, si lo ultrajas por la trasgresión de su ley — y por ello lo hieres — , ¿esperas obtener de ese modo su intimidad? Ten cuidado, en la esperanza de tu liberación, de no reunir sobre ti una masa de faltas, de no acumular el pecado y no privarte del perdón. "Nadie se burla de Dios."20 No comercies con la gracia. No digas: "La ley es buena, pero el pecado es más agradable." El placer es el anzuelo del diablo, conduce a la perdición. El placer es la madre del pecado y el pecado es el aguijón de la muerte.21 El placer encanta en el primer momento a quien goza con él, pero más tarde hace vomitar bilis. Dejar para más tarde el bautismo es exclamar: que primero reine en mí el pecado; el Señor reinará más tarde. Yo armaré mis miembros para la injusticia y para la impiedad; más tarde, los armaré como instrumentos de la justicia al servicio de Dios. Caín también ofrecía sus víctimas: la primera, elegida para su propio placer, la segunda para Dios, creador y dispensador. Mientras así te conduzcas, dilapidas tu juventud con el pecado. Cuando tu cuerpo esté fatigado, entonces llévalo a Dios, cuando no sirva para nada, cuando sea necesario abandonarlo a causa de su agotamiento y se encuentre al cabo de sus recursos. La castidad en la vejez no es castidad, sino impotencia. No se corona a un muerto. A nadie se considera justo porque sea impotente para realizar el mal. Mientras te sea posible, vence al pecado mediante la razón. La virtud consiste en esto: evitar el mal y hacer el bien.22 La ausencia de vicio no es, en sí misma, digna de recompensa ni de castigo. Si cesas de pecar a causa de tu edad, ése es un beneficio de tu debilidad. Alabamos a aquellos que son virtuosos por libre elección, no a aquellos que lo son, obligados por la necesidad.
¿Quién ha fijado el límite de la vida? ¿Quién ha determinado el plazo de tu vejez? ¿Quién es tan digno de fe como para garantizar ante ti lo que va a suceder? ¿No ves a todos aquellos que son suprimidos en la cuna, a todos aquellos que son llevados en la flor de la edad? Tu vida no tiene un solo día fijado de antemano. ¿Por qué esperas que el bautismo sea un regalo para la hora de la fiebre? En ese momento no podrás articular las palabras de la salvación y, tal vez, no tendrás la posibilidad de escuchar claramente; la enfermedad se alojará en tu misma cabeza, no podrás tender las manos hacia el cielo ni sostenerte sobre tus pies; flexionar la rodilla para adorar ni ser instruido con utilidad; confesar claramente ni unirte a Dios; renunciar al enemigo ni seguir con lucidez tu iniciación,23 a tal punto que los asistentes no sabrán si prestas atención a la gracia o si eres insensible a lo que sucede. Incluso, aunque recibas la gracia en pleno conocimiento, tendrás el talento, pero resultará sin provecho para ti.
6. Imita al eunuco de los Hechos.24 Éste encontró al catequista y no desdeñó su enseñanza; el rico hizo montar sobre su carro al pobre, el hombre poderoso y satisfecho hizo subir al simple mortal despreciado que, instruido en el Evangelio del reino, recibió la fe en su corazón, no retardó el sello del Espíritu. En efecto, cuando encontraron el agua, dijo: "He aquí el agua." Su palabra surgió de una gran alegría: "He aquí lo que buscamos; ¿qué es lo que impide que me bautices?"25 Desde el momento en que tomó su partido, no hubo ningún impedimento. Pues aquel que llama está lleno de amor por el hombre, el diácono está preparado, la gracia es abundante, él está colmado de deseo; no hay, pues, obstáculos.
Si existe alguien que nos detenga, que obstruya los caminos de la salvación, venzámoslo por el conocimiento. Si nos hace dudar, levantémonos para obrar. El engaña nuestros corazones con falsas promesas, no ignoremos sus designios.
¿Acaso no inspira a cometer el pecado hoy, a reservar la justicia para mañana? A causa de esto, el Señor pulveriza sus malos consejos cuando nos dice: "Hoy, si escucháis mi voz.."El Señor grita la respuesta: "Hoy, escuchad mi voz." Comprende al enemigo: él no se atreve a aconsejar que te separes completamente de Dios (él sabe que los cristianos detestan escuchar esto), pero prosigue su intento con procedimientos engañosos. Es hábil para hacer el mal. Comprende que los hombres viven en el presente y que toda acción se cumple en el momento. También, atrapándonos hoy por el engaño, nos deja la esperanza en el mañana. Luego, cuando llega el día siguiente, de nuevo viene nuestro mal consejero: pide el día de hoy para él y el de mañana para el Señor, y así, sin fin, sustrae el presente para gastarlo en placeres, y abandona el mañana a nuestras esperanzas y, en nuestra ignorancia, nos aleja de la vida.
7. Yo examiné, cierto día, la crueldad de un ave rapaz que tomaba a los pequeños pájaros de carne tierna; se hacía pasar por una presa fácil y se deslizaba entre las manos de los cazadores, pero siempre fuera de su alcance. No era fácil de atrapar, pero los cazadores no abandonaban la partida; los impulsaba su esperanza y su deseo de cogerlo; del mismo modo los pequeños pájaros no intentaban huir y finalmente él los atrapaba. Tú también te arriesgas a sufrir semejantes desventuras cuando abandonas los bienes seguros por una esperanza incierta.
Sígueme hasta aquí, apóyate por entero en el Señor. Da tu nombre, inscríbete en la Iglesia. El soldado es censado en las listas, el atleta lucha una vez comprometido, el ciudadano se hace inscribir y contar entre los miembros de una tribu. Tú debes rendir cuenta de todo esto, como soldado de Cristo, como atleta de la piedad, como ciudadano de los cielos. Inscríbete en este libro para participar, por la inscripción, de aquel que está en el cielo. Instrúyete, estudia la constitución evangélica, la disciplina de los ojos, el control de la lengua, la mortificación de la carne, el sometimiento del cuerpo, el dominio del orgullo, la pureza del pensamiento, el aniquilamiento de la cólera. Si se te apremia, haz más; si se te perjudica, no inicies proceso; si se te odia, ama; si se te persigue, no resistas; si se te calumnia, ora.26 Haz morir el pecado, sé crucificado con Cristo; transporta todo tu amor sobre el Señor.
¿Todo esto es arduo? ¿Qué felicidad es fácil? ¿Quién consiguió un trofeo durmiendo? ¿Quién, en la molicie, en el encanto de la ociosidad, fue coronado por su energía? Nadie, si no corre, alcanza la victoria. Los esfuerzos engendran la gloria, las pruebas preparan las coronas. "Es necesario que pasemos por muchas tribulaciones antes de alcanzar el reino de los cielos."27 Hago mías estas palabras. La beatitud del reino de los cielos consuela de las tribulaciones; pero el sufrimiento y la tristeza del tormento sancionan las penas del pecado.
Para el que las considera objetivamente, las obras del diablo exigen también esfuerzo de parte de los obreros de la impiedad. ¿Qué sudor exige la castidad, mientras el desenfreno chorrea sudor? Su placer lo funde. La moderación del cuerpo, ¿exige tanto como destruye el infame desenfreno? ¿Qué representan las noches sin sueño para aquellos que las pasan en oración? Mucho más peligrosas son las noches de los que velan para sus pecados. El temor de ser sorprendido en flagrante delito, la excitación del placer, alejan toda posibilidad de reposo. Si tú huyes del camino estrecho que conduce a la salvación, si buscas el ancho que lleva al pecado, temo que después de haberlo recorrido en toda su extensión, no encuentres la mansión que está al final del camino.
El tesoro es difícil de guardar. Vela, hermano. Tú tienes auxiliares si los deseas: la oración que vela durante la noche, el ayuno que guarda la casa, el canto de los salmos que guía el alma. Conviértelos en tus compañeros. Que pasen la noche contigo vigilando tus preciosos bienes. Dime, ¿qué vale más, ser ricos y preocuparnos por el cuidado de nuestros bienes preciosos, o no tener en la mano las arras de lo que guardamos? Nadie se separa de sus bienes por temor a que se los quiten. Nada subsistirá de las cosas humanas si pensamos que podemos perder aquello por lo que trabajamos. En efecto, la sequía amenaza a la agricultura, el naufragio al comercio, la viudez a las bodas, el fracaso a la educación. Mientras tanto, nosotros ponemos manos a la obra animados por los mejores deseos, confiando el triunfo de nuestras esperanzas a Dios, que administra nuestros negocios. Tú, que otorgas gran importancia a las palabras sobre la santificación, en la práctica, pasas todo tu tiempo dedicado a lo que es tu condena. Cuídate, para no tener que arrepentirte algún día de tus decisiones desastrosas, cuando el arrepentimiento no te sirva para nada.
Considera el ejemplo de las Vírgenes que no tenían aceite en sus lámparas y que cuando fue necesario encontrarse con el esposo, se dieron cuenta de que carecían de lo necesario. Por tal motivo, la Palabra las llama necias, porque desperdiciaron, para ir a aprovisionarse, el tiempo que consumía su aceite, siendo excluidas de la alegría de las bodas. Debes, pues, cuidar, de año en año, de mes en mes, de día en día, del aceite que proporciona la luz, para que no te sorprenda la hora que no esperas, con los recursos de la vida agotados, pues la sequía será total y el castigo inexorable. Los médicos te abandonarán y tus familiares se alejarán; oprimido por una respiración difícil y jadeante, quemado, y lentamente consumido por una fiebre ardiente, gemirás desde el fondo de tu corazón sin encontrar apoyo. Intentarás decir alguna cosa y lo harás tan débilmente que nadie podrá escuchar tus palabras, que serán consideradas un delirio. ¿Quién entonces te otorgará el bautismo? ¿Quién te hará retornar de la inconsciencia en la que te sumerge la enfermedad? Tus familiares estarán desalentados, los extraños sólo se ocuparán de la enfermedad; el amigo teme que el recuerdo del pasado sea fuente de turbación; el médico mismo te engaña y tú no desesperas, porque todavía tienes vida. Es de noche, nadie para ayudarte, nadie para bautizarte. La muerte se levanta a tu costado, los sepultureros se presentan. ¿Quién puede liberarte? ¡Dios! Pero tú lo has despreciado. Tal vez, entonces, él te escuchará si tú lo escuchas. Tal vez te otorgará un plazo, si tú has utilizado honestamente los días que te dio.
8. "Que ninguno de vosotros abuse de vanas razones."28 Para ti la muerte sobrevendrá súbitamente y la catástrofe se abatirá como un huracán. Vendrá el ángel con los ojos cerrados para llevarte por la fuerza y encadenar tu alma librada al pecado, hundida aquí abajo, lastimera y sin voz. ¡Te desgarrarás y gemirás! Lamentarás irremediablemente tus decisiones al contemplar la alegría de los justos en la luminosa distribución de las recompensas y la tristeza de los pecadores en las tinieblas profundas. Dirás entonces, en el dolor de tu corazón: "Desdichado de mí, por no haber rechazado ese pesado fardo del pecado cuando era fácil abandonarlo y por haber seguido arrastrando esas cadenas. Desdichado de mí que, por no haber lavado mis manchas, ahora me encuentro marcado al rojo por mis pecados. Ahora podría estar con los ángeles, ahora podría gozar de los bienes celestiales. ¡Desdicha! A causa de la pasajera alegría del pecado seré torturado interminablemente. Seré librado al fuego por causa del placer de la carne. El juicio de Dios es justo. Yo fui llamado y no obedecí. Yo conocía sus enseñanzas y no las observé; se me advirtió y yo me burlé."
Tú dirás esas palabras y muchas otras, llorando sobre ti mismo, si eres llevado antes del bautismo. ¡Hombre! Teme al tormento y trata de ganar el reino. No desdeñes el llamado. No digas: "Considérame excusado" a causa de esto o aquello. Ningún pretexto te puede servir de excusa. Me dan deseos de llorar cuando pienso que prefieres las obras infames a la gran gloria de Dios; la seducción de la licencia te hunde de tal forma en el pecado y te excluye de la felicidad prometida, que no podrás ver la belleza de la Jerusalén celestial, donde se encuentran millares de ángeles, las asambleas de los primogénitos, los tronos de los Apóstoles, las sedes de los profetas, los cetros de los patriarcas, las coronas de los mártires y las alabanzas de los justos. Aspira a ser contado entre ellos, lavado y santificado por el don de Cristo a quien pertenecen toda gloria y poder, por los siglos de los siglos. Amén.
1 Qo 3:1-2. — 2 Dt 32:39: "Yo doy la muerte y doy la vida..." 10 — 3 Is 1:16: "lavaos, limpiaos." — 4 Sal 34:6: "Los que miran hacia él, refulgirán." — 5 Hch 2:38: "Convertios y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo." — 6 Mt 11:28: "Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso." — 7 Mt 11:30: "Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.' 12 — 8 Sal 34 (33), 9: "Gustad y ved qué bueno es Yahveh." — 9 Gn 17:14: "El incircunciso, el varón a quien no se le incircuncide la carne de su prepucio, esc tal será borrado de entre los suyos por haber violado mi alianza." — 10 Jn 3:5: "En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios." — 11 1 Co 10:2: "y todos fueron bautizados por Moisés, por la nube y el mar." — 12 Alusión a la eucaristía que el neófito recibía después del bautismo. — 13 Por el bautismo, considerado como un retorno al Paraíso. — 14 2 R 2:11: "Iban caminando mientras hablaban, cuando un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre ellos; y Elías subió al cielo en el torbellino." — 151 R 18:34: "Llenad de agua cuatro tinajas y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. Lo hicieron así. Dijo: 'Repetid' y repitieron. Dijo: 'Macedlo por tercera vez.' Y por tercera vez lo hicieron." — 16 Mt 18:24: "Al empezar a ajustarías, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos." — 17 Rm 5:20: "pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia." — 18 Sal 4:7: "Muchos dicen: '¿Quién nos hará ver la dicha?' Alza sobre nosotros la luz de tu rostro. Yahveh." — 19 Sal 50 (49):21: "¿Es que piensas que soy como tú?" — 20 Ga 6:7: "No os engañéis; de Dios nadie se burla." — 21 1 Co 15:56: "El aguijón de la muerte es el pecado; y la fuerza del pecado, la ley.." — 22 1 Ρ 3:11: "Apártese del mal y haga el bien, busque la paz y corra tras ella." — 23 El autor enumera aquí los diversos ritos del bautismo. — 24 Hch 8:36: "Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?" — 25 Hch 8:27 y ss. — 27 Hch 14:22: "Es necesario que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios." — 26 Le 6:27 y ss. — 27 Ef 5:6: "Que nadie os engañe con vanas razones..."
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