Buscar

viernes, 7 de junio de 2013

San Juan Casiano: Colaciones

Juan Casiano

Colaciones


PRESENTACIÓN
Las Colaciones constituyen la obra principal del abad de Marsella y la más original, tanto por su estructura coma por su contenido. Por eso alcanzaron un éxito de proyección universal. Si en la primera obra, lasInstituciones, Casiano ha­bía tenido ya predecesores-como San Basilio, San Jerónimo, etc.-,no así en esta segunda, que no tiene modelo en la literatura cristiana precedente. Además, en ella se adivinan todas las facetas-de las plurales que hay en el monje pro­venzal-de su carácter y recia fisonomía morad. El amante de los clásicos, el virtuoso de la prosa oratoria, es en ella grandilocuente y a la vez sencillo. La palabra de los solitarios, que aquí toma cauce en su pluma, cautiva al lector al sentirse tan cerca de aquellos hombres de vida venerable.
Casiano la intitula Seniorum Conlationes, «Co­laciones o conferencias de los ancianos»’, y en otro lugar,Conlationes spirituales, «Colaciones es­pirituales»‘. Son-según afirma él mismo-como el complemento indispensable y el coronamiento de las Instituciones’. En el prefacio precisa: «Del aspecto exterior y visible de la vida de los mon­jes, de que nos ocupamos en nuestros primeros escritos (es decir, en las Instituciones), pasemos a tratar ahora de las disposiciones del hombre in­terior, que, por ser invisibles, se ocultan a la mi­rada»’.
Como se ve, el objeto del autor es darnos en esta obra una visión panorámica, lo más com­pleta posible, de la vida interior del monje. Es­tas conversaciones habidas por él con los solita­rios de Egipto se ordenan a establecer toda la doctrina monástica por la que se ha de regir la vida de los monjes de Occidente.

INTÉRPRETE DE LOS PADRES DEL YERMO
La obra casianense es como un legado de la doctrina de los Padres. Este es uno de los va­lores más sustantivos de sus conferencias. Casiano nos dice cómo se siente, cómo se vive en el desierto. Desde luego, no hay que apurar tan­to el valor de este aspecto que descartemos en absoluto de sus conferencias las ideas propias que ha ido barajando con las de los monjes. Casiano introduce, a no dudarlo, conceptos de su propia cosecha; pero aun éstos aparecen sugeridos y, por lo mismo, subordinados a los que van expo­niendo los ancianos.

Por otra parte, lo que da más calor y viveza a su obra es precisamente este diálogo que en­tabla con los monjes. Sus conferencias son el fru­to dt su contacto personal con ellos. Cierto que el papel de discípulo que interroga va a cargo de Germán, su amigo entrañable y compañero de peregrinación, paro también alguna que otra vez lo desempeña el mismo Casiano. Las respuestas de los quince maestros que responden están con­densadas en las veinticuatro conferencias. El lec­tor ve desfilar ante sus ojos las figuras de Moisés, Serapión, Abraham, Yosé, Nesteros… Casi siempre nos describe los rasgos personales de estos héroes al principio o al final de su exposición, trazándonos con una pincelada maestra las pre­ferencias de cada uno de ellos, su idiosincrasia, sus virtudes más características. Así, por ejemplo, de Pafnucio nos dice: «Entre aquella pléyade de santos vimos brillar al abad Pafnucio con el res­plandor de unaciencia singular, semejante a la (p. 10) claridad de una luz deslumbradora» 7. Al abad Daniel le llama «paladín de la filosofía cristia­na» a. Del abad Sereno escribe bellamente: «Su vida era un fiel trasunto de la serenidad que ex­presaba su nombre» s. Del centenario Cheremón afirma que «se traslucía en él toda la candidez de la infancia» 14.Y así, de cada uno de ellos nos va dando una idea, sucinta, sí, pero global, que pone al lector en conocimiento de aquellos ancia­nos venerables. Nos hacemos a la idea–a medi­da que vamos leyendo la obra de Casiano-de que estamos oyendo de los mismos labios de es­tos varones espirituales la doctrina monástica que han vivido de antemano era el desierto.
Si a ello se unen las descripciones topográficas que prodiga el autor-como cuando nos pinta la vastedad del desierta egipcio, el ambiente de paz de Escete, la soledad inhóspita de la Tebaida, que es, al mismo tiempo, cuna y tumba de aque­llos solitarios-, tenemos la grata impresión de revivir las circunstancias y situaciones de aquel mundo monástico en que se hallaron un día los dos monjes peregrinos. Y es que Casiano tiene el don de hacerse interesante, de insinuarse en el alma de los lectores inocularles, merced a sus dotes de escritor, las ideas madres que bebe di­rectamente (p. 11) de sus interlocutores. En este sen­tido puede llamársele con justo título intérprete de los Padres del yermo.
ESQUEMA IDEOLÓGICO
Las Colaciones constan de tres partes, al f ren­te de las cuales figura su respectivo prefacio, ori­ginal de Casiano. Los tres grupos de conferen­cias están estrechamente coordinados.
Como se componen de veinticuatro, en la úl­tima el autor subraya el carácter simbólico de este número, que evoca a los veinticuatro ancla` nos del Apocalipsis. Es que redacta la obra como en homenaje ofrecido al Cordero Salvador 11. Ca­siano vuelve reiteradamente sobre los mismos te­mas y toca a menudo los puntos de vista de los sucesivos Padres. Y ahí estriba tal vez el defecto que podría achacársele: que repite una y otra vez las mismas ideas, insistiendo hasta la sacie dad en ciertos puntos de doctrina, como si temie­ra no haberlos esclarecido suficientemente. No obstante, a pesar del aparente desorden a que dan lugar tales repeticiones, las tres partes-que comprenden respectivamente, diez, siete y siete colaciones-forman un todo cuyo esquema ideo­lógico es:
Primera parte: Consta de diez conferencias (I-X), escritas, como las Institucionesa instancias (p. 12)   del obispo Cástor. No obstante, como éste, en el ínterin, había fallecido, van dedicadas al obispo Leoncio, hermano de Cástor; y al solitario He­ladio. Estas conferencias corresponden al largo período que pasó el autor en el desierto de Es­cete”`.
  • Fin del monje y medios de alcanzarlo (Col. I-III):
    • objeto de la vida monástica: la per­fección cristiana (Col. I);
    • actitud fundamental del alma: la dis­creción (Col. I-II);
    • premisa indispensable: la gracia de la vocación (Col. III);
    • correspondencia a la gracia: la renun­cia (Col. III).
  • Obstáculos que empecen a la consecución del fin (Col. IV-VI):
    • la concupiscencia humana (Col. iv); 2) los vicios de la carne (Col. v);­
    • el pecado, obstáculo de toda vida de espíritu (Col. vi).
  • El combate espiritual que libra el alma (Col., vII-x).
    • papel que incumbe a la voluntad (Col. vII);
    • táctica seguida por los demonios (Col. vIi);
    • tratado de los espíritus o demonolo­gía (Col. vIII);
    • la oración en sus distintas formas y la vida contemplativa (Col. ix-x).
    •  Segunda parteComprende siete conferencias (xI-XVII), dirigidas a los hermanos Honorato y Euquerio. Esta segunda serie de conferencias co­rresponde a los principios de la permanencia de Casiano en Egipto y se sitúan en Panéfesis  13.
 Complemento y aclaración de lo dicho so­bre la perfección (Col. xi-xiv):

  • Tercera parteConsta también de otras siete conferencias (xvIII-xxIv), destinadas a los cuatro abades de la isla de Hyeres, Joviniano, Minervio, Leoncio y Teodoro. Las tres primeras datan de su permanencia en Diolcos; las otras cuatro, que se sitúan generalmente en Panéfesis, pertenecen, en realidad, al tiempo transcurrido en el yermo de Escete.
  • Sobre los monjes y diversas modalidades de la vida monástica (Col. xvIii-xix):

    • de los tres géneros de monjes (Col. xvIII); (p. 14)
    • las dos vidas: cenobítica y anacoréti­ca (Col. XIX).

  • Adiciones y suplementos sobre la vida es­piritual (Col. XX-XXIV):



  • No hay comentarios:

    Publicar un comentario

    Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.