Breve introducción histórica
Situada en una fértil llanura en plena comarca palentina de La Ojeda, el antiguo monasterio de Santa Eufemia de Cozuelos se ubica a una quincena de kilómetros al suroeste de Aguilar de Campoo, muy cerca de la localidad de Olmos de Ojeda, a cuyo término pertenece.
Las primeras noticias documentales sobre el cenobio de Cozuelos (también conocido como Cozollos) se remontan a mediados del siglo X, cuando aparecen varias donaciones a favor del monasterio de San Cosme y San Damián de Cozuelos.
Poco tiempo después, y ya bajo su actual advocación de Santa Eufemia, iría ganando importancia al ser integrados entre sus dominios varios cenobios menores y particulares del entorno.
A finales del siglo XII el rey Alfonso VIII, tras intercambiarlo con el Obispado de Burgos por el monasterio de San Pedro de Cervatos, donó Santa Eufemia de Cozuelos a la orden de las Comendadoras de Santiago, dependientes de la Encomienda de Uclés.
El hecho de que la mayoría de las religiosas allí retiradas procediesen de los más influyentes linajes nobiliarios castellanos -familia real incluida- favoreció que el cenobio de Cozuelos fuera colmado de donaciones y privilegios, convirtiéndose en uno de los centros espirituales de mayor importancia del norte castellano.
Ya en 1502 y por orden de la reina Isabel la Católica, la Orden de las Comendadoras de Santiago fue trasladada al convento toledano de Santa Fe, quedando abandonado Santa Eufemia de Cozuelos hasta que fue a parar a manos privadas, siendo hoy en día la familia Díaz Bustamante quien, además de conservarlo magníficamente, lo han convertido en un elegante y multifuncional centro de turismo rural.
La iglesia
La iglesia, único resto conservado del antiguo monasterio, fue levantada en buena sillería arenisca, presentando una única nave de dos tramos abierta a un crucero cupulado marcado tanto en planta como en alzado que, a su vez, abre a una cabecera de triple ábside semicircular, siendo el central más alto y ancho que los laterales.
La mayoría de especialistas ha acabado por concluir que la iglesia de Cozuelos responde a tres fases bien diferenciadas: una primera de la primera mitad del siglo XII que se correspondería con la cabecera; una intermedia de la década de los sesenta o setenta del siglo XII en la que se erigiría el crucero, el cimborrio y se sobreelevaría el ábside central; y una última fase ya entrado el siglo XIII en que se completaría la obra con la construcción de la nave.
Al exterior, de los tres ábsides destaca el central, articulado por dos potentes contrafuertes que delimitan los tres paños, cada uno de ellos abiertos mediante ventanales de medio punto con guardapolvos ajedrezados y capiteles decorados con motivos vegetales (palmetas y acantos) y animales (águilas con alas desplegadas y leones afrontados)
Al costado sur se abre la que hoy viene a ser su portada principal y que, en origen, funcionaba como acceso de la iglesia al desaparecido claustro.
Queda resuelta mediante dos arquivoltas apuntadas decoradas con elegantes motivos vegetales la exterior, y con un esquemático zigzagueado la interna.
Descansa sobre columnas de prominentes basas y cuyos capiteles, claramente influidos por el cercano monasterio de San Andrés de Arroyo, despliegan una minuciosa ornamentación vegetal, siendo de destacar una de las cestas en la que se distinguen dos magníficas arpías enfrentadas.
El hastial occidental queda delimitado por dos grandes contrafuertes. En él, bajo una espadaña triangular típica de la zona y a un gran ventanal de medio punto también de raigambre andresina, se abre una segunda puerta de acceso muy sencilla y protegida por un tejaroz de factura posterior.
Al interior, cubre la nave mediante bóveda de crucería; mientras que tanto el tramo recto presbiterial que antecede al ábside central, como los brazos del crucero, quedan resueltos mediante cañón apuntado.
Los tres ábsides, abovedados en cuartos de esfera, comunican con el crucero a través de arcos triunfales apuntados. Una de las particularidades de los citados ábsides es su austeridad, ya que todos los ventanales de iluminación se muestran al interior como meros vanos de perfil de medio punto, sin ningún ornato de molduras, arquivoltas, guardapolvos o columnas.
Uno de los elementos más singulares del conjunto de Santa Eufemia de Cozuelos es su airosa cúpula, levantada en la intersección de la nave y el crucero.
Apoyada sobre los cuatro arcos torales, se eleva pasando de una superficie cuadrangular a una semiesférica a través de cuatro trompas angulares, enriquecida cada una de ellas en su arranque mediante esculturas de los evangelistas. Entre ellas, se abren los pequeños vanos de iluminación.
Muy llamativo resulta el hecho de que la nave y los brazos del crucero comunican entre sí a través de pequeños pasadizos abovedados en cañón, una particularidad prácticamente única en Cozuelos y que, según los especialistas, respondería a motivos litúrgicos.
Los capiteles interiores de Santa Eufemia de Cozuelos vuelven a poner de manifiesto las tres fases en que fue construida la iglesia. Por la zona de la cabecera, la de mayor antigüedad, destaca un capitel de leones afrontados entre personajes y motivos vegetales que estilísticamente hay quien lo ha emparentado con San Martín de Frómista y talleres cántabros como el que trabajó en la Colegiata de San Pedro de Cervatos.
De la fase intermedia vendrían a ser las citadas esculturas de los evangelistas en las trompas, así como los capiteles de los soportes que delimitan el crucero. Entre ellos, destacan varias cestas vegetales y una en la que se identifica el episodio de Sansón desquijarando al león. También es interesantísmo la cesta de volutas superpuestas rematadas por la cabeza de un obispo con mitra y báculos flanqueado por dos cabezas humanas de largos cabellos y barbas en triángulo.
La mano de estos artífices intermedios ha sido puesta en relación con el monasterio de Aguilar y, especialmente, con los capitles de la puerta de Moarves de Ojeda.
Por último, los capiteles de los fajones de la nave, ya más tardíos, presentan cestas de riquísima ornamentación vegetal claramente influidos por repertorios ya ensayados en el cercano monasterio de San Andrés de Arroyo.
En los brazos del crucero encontramos dos interesantes sepulcros escultóricos: uno anónimo en el brazo sur y, mucho más interesante, el que en el brazo norte fue concebido para albergar los restos de Doña Sancha Alfonso, hija del rey Alfonso IX de León.
Precisamente sobre las jambas de la puerta del brazo meriodional del crucero puede apreciarse una inscripción en la que se lee "IOANES Y NICOLAO ME FECIT".
Por último, en la estancia añadida al costado norte de la iglesia ha sido instalado un interesantísimo lapidario compuesto por distintas piezas escultóricas medievales, principalmente procedentes de desaparecido claustro con que contó el monasterio. De entre todas, destaca un soberbio capitel que presenta el tema de las Tres Marías ante el Sepulcro de Cristo, y otro con un dragón alado emparentado con repertorios conocidos en el monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo.
Junto a ellos, pueden admirarse igualmente numerosos restos de dovelas fragmentadas, piezas de carácter funerario, e incluso elementos prerrománicos anteriores procedentes de la primigenia construcción, destacando varias piezas de decoración vegetal, así como una cesta en el que aparecen dos toscos angelitos que portan unos jarros.
También la actual mesa de altar está conformada a base de capiteles del antiguo claustro, siendo numerosas las piezas que, tanto en los propios muros de la iglesia como incluso en construcciones vecinas, fueron reaprovechadas de los restos del claustro.
(Autor del texto del artículo/colaborador de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)
José Manuel Tomé)
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