El llamado Símbolo Apostólico se compone esencialmente: 1.º, de una
parte trinitaria: tres artículos en que se profesa la fe en las tres divinas
Personas; 2.º, de una parte cristológica que fué añadida al segundo artículo.
Pero quedan algunas fórmulas, compuestas a modo de símbolo, que
carecen de la parte cristológica: estas fórmulas parecen más antiguas que el
Símbolo de los Apóstoles.
Una fórmula de esta especie, casi acristológica -
que es tal vez la más antigua de todas - se conserva en la obra, impregnada de
gnosticismo, escrita entre los años 150 y 180:
Testamentum in Galilaea D. N.
I. Christi, ed. I. Guerrier 1913, en "Patrología orientalis IX",
o en la obra casi idéntica: Gespräche Jesu mit seinen Jüngern nach der Auferstehung, ed. C.
Schmidt 1919, donde (p. 192 y 32, respectivamente) se halla este Símbolo
breve:
«[Creo] en el Padre omnipotente, - y en Jesucristo, Salvador nuestro, - y
en el Espíritu Santo Paráclito, en la Santa Iglesia, y en el perdón de los
pecados.»
Otra fórmula acristológica, usada ya tal vez en el siglo III en la liturgia
egipcia, se muestra en el papiro hallado en Dér-Balyzeh, escrito en el siglo VII
u VIII (cf. Dict. d'Archéol. chrét. et de Lit. s. v. Canon, II 2, 188 ss):
«Creo en Dios Padre omnipotente, - y en su Hijo unigénito, Nuestro
Señor Jesucristo, - y en el Espíritu Santo, y en la resurrección de la carne [, y
en la] Santa Iglesia Católica.»
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